VITORIA. Los discursos no han variado gran cosa en las cuestiones delicadas que afectan a este país, pero sí lo ha hecho el resultado que el Parlamento Vasco proyecta al exterior cada vez que se celebra un Pleno. Ayer la Cámara aprobó, por primera vez en su historia, una moción planteada por Gorka Maneiro, de UPyD, que defiende la dispersión de los presos de ETA como una herramienta legítima del estado de Derecho para combatir el terrorismo. Y todo a raíz, además, de una propuesta original de EA que abogaba por todo lo contrario.

Cuando su portavoz, Jesús María Larrazabal, quiso retirar su iniciativa para evitar el resultado final, después de que el jeltzale Iñigo Iturrate le advirtiera al respecto, la presidenta, Arantza Quiroga, se lo impidió apelando primero al Reglamento y después a los "usos y costumbres" de la Cámara, según EA. Desde esta formación afirmaron que la propia letrada mayor negó que existiera artículo contrario a la retirada de una propuesta tras su debate y citaron un precedente de octubre del año pasado.

En cualquier caso, tocaba hablar de los presos de ETA, un tema en el que todas las posiciones son tan inamovibles como conocidas, tras siete pronunciamientos anteriores de la Cámara, todos favorables a su acercamiento a prisiones vascas. Larrazabal pedía la condena de la política penitenciaria, el fin de la dispersión, la libertad de los presos con enfermedades terminales y la reforma del Código Penal para que nadie pueda cumplir cuarenta años en la cárcel.

Lo cierto es que, mientras el PP entró a la cuestión con toda su artillería dialéctica, el PSE no parecía muy interesado por una materia que, como recordó desde el PNV Iñigo Iturrate, se ha debatido al menos 250 veces en la Cámara. "Utilizan a los presos para seguir alimentando los fuegos sagrados del nacionalismo", afirmó el portavoz socialista, José Antonio Pastor.

El popular Carlos Urquijo fue mucho más duro y prolijo en su respuesta, especialmente después de oír a la portavoz de Aralar, Aintzane Ezenarro, criticar la falta de sensibilidad de PP y PSE para con "el sufrimiento más lejano". La parlamentaria abertzale, además, aprovechó sus turnos para denunciar las detenciones de 34 presuntos integrantes de Segi y emplazó a la juventud vasca a que "responda con la cabeza y no con las vísceras, y se pregunte para qué todo esto", en referencia al terrorismo.

"¿Se atreve a decir que el PP no empatiza con el sufrimiento? ¿Se atreve a decírselo a Mari Mar Blanco, cuyo hermano fue asesinado?", respondió Urquijo, quien afirmó que la Ley sólo dice que "procurará" acercar a los presos, recordó a Larrazabal que Belén González Peñalva ha sido excarcelada por padecer una enfermedad grave, y explicó que los miembros de ETA no reúnen los requisitos necesarios para cumplir sólo tres cuartos de condena. También pinchó al PNV apelando a su postura sobre la dispersión de 1987, que fue respondida con un sonoro gezurra (mentira) desde la bancada jeltzale. Iturrate respondió que el PNV defiende "todos los derechos para todas las personas en todas las situaciones". Mikel Arana, de EB, apeló por su parte a "dejar de lado los prejuicios de cada uno".

De todos modos, y aunque según qué cuestiones suenan en el Parlamento a un eterno retorno, no todo permanece inamovible año tras año. El PSE y el PP cuentan con una alianza estratégica, el Acuerdo de Bases, que unas veces se muestra más sólido y otras algo menos. Un día después de presentar juntos sus enmiendas al Presupuesto, los dos socios se enzarzaron en una disputa más que agria en la que hubo golpes bajos por parte de ambas bancadas.

Todo a cuenta de la moción conjunta entre PP y Aralar para que Lakua otorgue ayudas a los parados que han agotado su subsidio de desempleo. El socialista Bixen Itxaso no ocultó su malestar ante la "lección de lealtad a los pactos" mostrada por el PP.

La popular Esther Martínez respondió que su única lealtad es para con los ciudadanos y acusó a socialistas y jeltzales de "frivolizar" con la fallida transferencia de políticas activas de empleo. Itxaso no pudo evitar elevar el trazo grueso que turno tras turno se fue generando entre ambos, y acabó por acusar al PP de fomentar empleos "para levantar tabiques" y de ofertar "un máster en corrupción".