a muerto John le Carré. No sabría decir por qué, pero he frecuentado más a otros autores del género. Mi favorito en la cosa de los espías siempre fue Frederick Forsyth pero, cómo no, pasé grandes ratos leyendo El topo o La casa Rusia. Y ya puestos, si son más de series televisivas, recomiendo la reciente adaptación de La chica del tambor, extraordinaria estética y brutal narración. Pensaba en esto mientras tenía noticia del apagón de Google que desató el pánico este pasado lunes y, a cuenta de él, reflexionaba sobre cómo han cambiado los tiempos. No son pocos los que vaticinan que la próxima gran guerra será digital y algún ejemplo hemos tenido de la que se nos puede venir encima. En la última peli de Bond también se presentaba esa controversia sobre la decadencia del factor humano frente a las posibilidades tecnológicas. ¿Qué pensaría Smiley? El debate sobre el papel cada vez más preponderante de la tecnología en cualquier aspecto de nuestras vidas es apasionante. La excusa de este texto es el espionaje, pero piensen en cualquier aspecto de nuestra vida, hasta el más anodino. Más que nada porque con frecuencia olvidamos que eso que fríamente llamamos factor humano puede resultar más determinante que cualquier chip y que detrás de toda tecnología siempre hay un humano, con sus intereses e intenciones .