i era nueva normalidad, ni era normalidad, ni salimos mejores, ni siquiera salimos. Tengo el estado de ánimo negro zaino y voy transitando fases del duelo a velocidad del rayo desde el estado de alarma del domingo. Pasé la negación y la ira del domingo del estado de alarma y ando ahora en la negociación, planificando en el Excel el programa de compras, ya saben: fase 1, acopio de papel higiénico; fase 2, harinas y levaduras -viva la repostería casera-, y fase 3, cervezas, vino, vermús y aperitivos varios (abro paréntesis, sé de un pueblo navarro que en el anterior confinamiento envió a sus vecinos un domingo un kit de croquetas para el vermú, eso es hacer equipo). Suena en la radio The House of The Rising Sun -versión The Animals, por supuesto-, que aunque sea por el título suena muy apropiada para este momento de prácticamente vuelta a la reclusión, la casa del sol naciente y Hotel California, claro, otro clásico: puedes irte cuando quieras, pero nunca puedes dejarlo. La música siempre es un refugio. Parece ser que un día como hoy de 1981 echó a andar Metallica y como he pasado muy buenas noches con su música y con esos amigos con los que no comparto una cerveza en directo desde hace más de seis meses, creo que también escucharé Enter Sandman, porque es apropiada y por los buenos tiempos.