ampoco lo vamos a negar porque en nuestro querido templo del cortado mañanero hay más de un viejillo rebelde que, todos los años, cuando se acercan estas fechas se siente con ganas de declararse insumiso. Ni sé la de veces que la vacuna contra la gripe ha derivado en discusiones eternas: que si no hace nada que yo siempre me pongo enfermo... Que si ya me pinchan suficiente esos matasanos a lo largo del año... Que si total una gripe qué me va hacer... Hace cuatro o cinco años, hubo un adelantado a su tiempo que incluso sostuvo que la vacuna en cuestión formaba parte de un plan para tener bajo control a los pensionistas. Si es que a estos viejillos los tienes que querer a la fuerza. Eso sí, este año los tenemos a todos de lo más formal. Es lo que tiene la aparición del bichito. Así que entre todos se han concienciado para vacunarse, aunque no sabe Osakide-tza la que le viene encima, porque los venerables leyeron el otro día en este periódico que para no llenar los centros de salud se van a poner vacunas también en algunos centros cívicos y en el Iradier. La idea les gusta pero están reuniendo firmas para que se declare el bar como centro para pincharles a ellos, por aquello de no tener que desplazarse. Además, si les da un mareo o algo, estarían como en casa. Serían todo facilidades, dicen.