l hilo de la tremenda crisis que viven los Estados Unidos, y de la que ya dimos cuenta la semana pasada en este mismo espacio, han empezado a surgir las primeras tonterías hijas de esta extraña era en la que vivimos. HBO ha retirado de su catálogo Lo que el viento se llevó porque presenta a los esclavos negros como seres sumisos e iletrados. Lo hace además con una condescendencia casi más hiriente que el desprecio y el odio puro y duro que reflejan los ocho minutos y cuarenta y seis segundos de cruda maldad que han provocado este episodio de censura interrupta, pues parece que la peli ya está otra vez disponible. Aquí, como tantas veces pasa, se confunde el retrato con la apología. Lo que el viento se llevó explica de forma sublime cómo un mundo rancio y caduco pero aparentemente eterno puede desaparecer en un lustro y dejar solo la nostalgia del esclavismo, pecado original de ese país que el resto del mundo veníamos cometiendo sin complejos desde hacía milenios cuando Ashley Wilkes se incorporó, sin mucho ardor guerrero, al frente. Pero es que además, por cómo cuenta esa historia, y sobre todo por unos personajes tan bien construidos -cierto es que en cuatro horas da tiempo para desarrollarlos-, esa película es patrimonio cultural de todo el mundo.