on la parroquia de viejillos de nuestro querido templo del cortado mañanero, el amado escanciador de nuestras entretelas ha intentado apuntarles todos los días a un programa de ejercicio físico que debe de haber a las nueve de la mañana en La 2. Pero los aludidos, después de ver cómo se las gasta el muchacho que sale por la pantalla, han dicho que verdes las han segao, que prefieren que el bicho haga de las suyas a caer desfallecidos en el salón de sus respectivas casas haciendo abdominales o sentaditas, pensando sobre todo en el cachondeo que se iban a llevar los de Urgencias al tener que llamarles pidiendo auxilio. Así que entre ellos -¡hasta han formado un grupo de watsap paralelo al creado por los habituales del bar!- han quedado que mejor tirar de sus horas de paseo. Eso sí, han establecido parada obligada en el exterior del local que hasta mediados de marzo nos acogía todos los días para encontrarse como quien no quiere la cosa. Pero como salir de casa para simplemente andar o mantener una breve charla les parece una tontería, cada uno lleva encima su respectiva petaca para, disimuladamente, pegarle un trago a lo que sea que haya dentro, que yo ya no quiero ni preguntar. Otra cosa no, pero este confinamiento les está agudizando el ingenio que no veas.