No envidio a los encargados de la coordinación de la acción del nuevo gobierno de coalición y de sus respectivos grupos parlamentarios, ni a quienes deban dedicarse al delicado encaje de bolillos que será tejer acuerdos con el resto de grupos que han posibilitado la investidura de Sánchez. ¿Les parece que nada puede superar al psicothriller que ha sido esta investidura en dos temporadas? Pues sospecho que solo hace falta que llegue el proyecto presupuestario. Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. A este escenario ya de por sí complejo, añadámosle esa ¿afición? de la derecha por ejercer la oposición desde la trinchera y con la frecuente muletilla de que el de enfrente es un Gobierno ilegítimo, además de un terreno de juego paralelo en el ámbito judicial respecto a Catalunya que hace tiempo ya que ha hollado tierras inexploradas: último ejemplo, la Junta Electoral Central desposeyendo de su acta de diputado a Torra, todo ello aliñado con el toque preelectoral catalán, por cierto. Intereses cruzados por doquier. Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. A la espera del, valga la redundancia, esperado golpe de efecto del Consejo de Ministros de mañana, la primera prueba de fuego será la comprometida -polisémica palabra- reunión entre Gobierno y Govern. Dudo de que este Ejecutivo vaya a disfrutar de la licencia de los cien días.