itoria-Gasteiz es mucho más que una ciudad ideal para vivir. Es la capital de un país en la que, a diario, se toman las decisiones más importantes que nos atañen después, en nuestro día a día, a toda la ciudadanía. Hoy, 41 años después de ser nombrada capital, el debate sobre si ese rango es administrativo o político es superfluo. Cuatro décadas después si tuvo que ser Iruña, o Vitoria-Gasteiz fue nombrada capital administrativa -según recoge el Estatuto de Gernika- en pos de un cambio que nunca llegó, ya no es importante. Gracias al empeño de nuestro siempre alcalde José Ángel Cuerda, -al que le deberemos gratitud eterna por ello-, Vitoria-Gasteiz aceptó la llegada y el desarrollo del Parlamento vasco y del Gobierno Vasco, asumiendo, así, todo el peso del centro político de Euskadi. De esta manera, lo que hoy importa es que Vitoria-Gasteiz, tras cuatro décadas, ha sabido convertirse en una ciudad con un importante dinamismo económico, referente en las políticas sociales y, qué decir del trabajo indiscutible en el desarrollo medio ambiental que eleva nuestra calidad de vida a unas cotas de las que, en ocasiones, no somos conscientes. Razones que deben promover el orgullo de tener a Vitoria-Gasteiz como capital de todos los y las ciudadanas vascas. Sin embargo, cuarenta años después, quizás sea esa, precisamente, una de las asignaturas pendientes entre la sociedad gasteiztarra. No debemos esperar solo desde nuestros convecinos el reconocimiento que se nos debe como capital, sino defender con orgullo que somos de Vitoria-Gasteiz. Una ciudad que ha llegado al siglo XXI como un éxito colectivo siendo hoy todo un referente a nivel europeo y mundial en materia de sostenibilidad. El reto que tenemos por delante es el de ser cada día más capital y enarbolar sin complejos esa bandera. Hacer sentir al resto de la ciudadanía vasca que Vitoria-Gasteiz es su capital. Ayer, el lehendakari Iñigo Urkullu y el alcalde Gorka Urtaran rubricaron la renovación por cuatro años más del canon de capitalidad. En 2025 Vitoria-Gasteiz habrá continuado creciendo en positivo. Y seguirá siendo capital, no sólo en su ámbito político, sino sobre todo en la apuesta por la sostenibilidad y la cohesión social, entre muchas otras cosas. Ese es su verdadero valor. Y, por eso, me siento orgullosa de ser gasteiztarra.