Síguenos en redes sociales:

Kolaborazioa

Arizmendiarrieta: lecciones para el futuro

En 2026 se cumplirán 50 años de la muerte de José María Arizmendiarrieta, el sacerdote que inspiró la Experiencia Cooperativa de Mondragón.

Arizmendiarrieta nació en Bizkaia (Barinaga, Markina, 1915), estudió en el seminario de Vitoria-Gasteiz y llegó a Arrasate en 1941. Fue, ante todo, un sembrador de ideas y un hombre de acción, con una obstinada fe en el potencial transformador de las personas. Un líder, un visionario y un hombre pragmático. Falleció joven, con 61 años, dejando un impresionante legado que todavía hoy disfrutamos.

Nos acercamos a su ideario con el fin de identificar cuáles fueron sus prioridades y ver qué podemos rescatar para enfocar el futuro. Siendo conscientes, además, décadas más tarde, del sentido de sus planteamientos para dar respuesta a las necesidades de la sociedad actual.

El poder de decidir de las personas. Arizmendiarrieta creía que la economía debía estar al servicio de las personas, no al revés. Promovía un modelo en el que las personas fueran propietarias y gestoras, corresponsables, con capacidad de decidir su destino. Entendía que esa corresponsabilidad era generadora de compromiso, sentido de pertenencia y, sobre todo, cohesión social.

En un contexto como el actual –globalizado, marcado por las reglas del capital– esta visión cobra una fuerza renovada. No basta con crecer en cifras y en proyectos; hay que crecer también en valores, en arraigo y en igualdad. Es decir, que los proyectos tengan una doble dimensión: socio-empresarial.

La educación como motor de transformación. Su primer proyecto fue la Escuela Profesional de Mondragón –hoy Mondragon Unibertsitatea– convencido de que la formación era la clave para empoderar a los jóvenes y transformar la sociedad desde la base. Formaba jóvenes para responder a los retos de su comunidad, y les daba herramientas para crear soluciones colectivas y generar impacto social.

En la dinámica actual la educación sigue siendo la palanca para que las personas jóvenes líderes del futuro tengan una educación integral, ética y técnica, que prepare a esas nuevas generaciones para guiar con valores un mundo global e hiperconectado. Además, otro reto es que la formación debe acompañar a las personas a lo largo de su vida laboral.

La cooperación frente a competencia. La cooperación fue una las palabras clave en la vida de Arizmendiarrieta. Y fue una palanca que usó permanentemente en todos sus proyectos. La seña de identidad más característica de las cooperativas de Mondragón es la intercooperación. Sus cooperativas se apoyan mutuamente, comparten recursos y se protegen frente a crisis.

En tiempos de hipercompetencia, precariedad y fragmentación social, el modelo cooperativo es “otra forma” basada en la solidaridad, la corresponsabilidad y el bien común. La cooperación a diferentes niveles sigue siendo una herramienta inteligente para encarar el futuro de las empresas y de la sociedad.

Innovación con valores. Fue un gran innovador social. No temía al cambio, y fue un hombre adelantado a su tiempo que sabía que la competitividad de las empresas pasaba ineludiblemente por la innovación tecnológica. Arizmendiarrieta impulsó la creación de empresas industriales, centros de formación técnica, centros de I+D, estructuras de gestión avanzadas… pero nunca perdió de vista su propósito: mejorar la vida de las personas y fortalecer la comunidad.

Ahora que estamos inmersos en revoluciones y transformaciones tecnológicas como la IA o la digitalización, es necesario impulsar la innovación tecnológica y organizativa sin perder el norte ético, buscando siempre el bien común.

Generación de riqueza, distribución equitativa. Arizmendiarrieta nunca planteó un modelo ingenuo o asistencialista. Al contrario: defendía que las cooperativas debían ser empresas competitivas, innovadoras y rentables, pero con una diferencia fundamental respecto al modelo capitalista tradicional: la riqueza generada debía distribuirse de forma justa. En las cooperativas, los excedentes (los beneficios en el lenguaje cooperativo) se distribuyen entre las personas socias y trabajadoras, se reinvierten en la empresa y en la sociedad. El reforzamiento de la cooperativa es fundamental para dejar un legado a futuras generaciones. Esta fórmula permite crecer sin generar desigualdad –Euskadi es una de las zonas del mundo con menor índice de desigualdad–, y construir una economía más inclusiva.

La recomendación para el futuro es clara: proyectos empresariales sostenibles y distribución equitativa de los beneficios, reforzando la capitalización de las cooperativas y su impacto social en la comunidad. En definitiva, generar comunidades más cohesionadas y sostenibles a través de empleo, servicios, educación, innovación o solidaridad.

Personas, educación, cooperación, innovación y distribución de la riqueza. Palancas de Arizmendiarrieta para armar su proyecto y conceptos inspiradores, vigentes e indispensables para imaginar la sociedad del futuro. Y en eso seguimos trabajando las cooperativas de Mondragón. Aurrera beti!