El gran día parece un día bastante pequeñoDAVID ESTEBAN GONZALEZ
Hoy declara ante el Tribunal Supremo el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. El morbo a estas alturas no es que haya desaparecido pero está más centrado en las puñetas de sus mangas que en la expectativa de que cuente algo que no hayamos escuchado un porrón de veces antes. Salvo que le diera por declarase culpable, claro.
En el caso abierto por la filtración de datos sobre la pareja de Isabel Díaz Ayuso -filtración hubo, eso es innegable, como reconoció el propio director de gabinete de la presidenta de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez, al admitir que él mismo contó cosas y que además eran mentira- importa ya más el efecto político que la verdad judicial. Y, el primero, con su ruido, ya está asentado en esta política de la posverdad. Ocurra lo que ocurra, el ‘efecto Mandela’, la impronta mental en la opinión pública de algo que puede o no haber sucedido, ya existe.
Pero sin sorpresas. Los que quieren creer culpable al fiscal, lo han linchado ya; los que no, le elevan a los altares. Y en estas, sale Emiliano García-Page, al que se suponía del lado beato, y pone el cáñamo de la horca afirmando que a él le parece que el fiscal ha recibido “una instrucción impecable”, que es la que le ha llevado al banquillo. El presidente manchego cree sobre todo en sí mismo.
La gota que colma
Pues que sea lo que diga la IA
Cumbre del Clima. Ayer se presentó en la cumbre climática de Belém (Brasil) un Instituto de Inteligencia Artificial para el Clima. Las herramientas de IA son la caña, más allá de poner al Papa bailando reguetón, pero deben ser bien instruidas con información útil y fiable para que hagan sus cábalas. En materia de clima, con las corrientes de pensamiento más publicitadas, polarizadas entre cavernarios negacionistas y talibanes verdes, rondamos el abismo. Las conclusiones podrían oscilar entre arrasar la Amazonía o impulsar la extinción humana, auténtico herpes del planeta. Pues lo que diga la IA.
También están en cuestión las creencias del obispo de Cádiz. Rafael Zornoza recibe acusaciones de abusos que atesoran cierta credibilidad, al parecer, y que -oh, novedad- sus superiores minimizaron u omitieron. Como en la película de Gómez Pereira, no se entiende por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo.
No se puede ser corporativo ni en la guerra. En Ucrania, agredida por el expansionismo ruso, no faltan quienes entienden que la matanza es buen marco para el negocio. El mayor escándalo de corrupción en el sector energético se investiga a gran escala entre quienes deberían defender la patria. No ha cambiado nada desde los tiempos de Góngora: ande yo caliente...