Entre las destacadas novedades de esta última semana sobresale la concesión del premio “Nobel de Economía” al historiador económico Joel Mokyr y a los economistas Philippe Aghion y Peter Howitt, por sus contribuciones a la explicación del impulso al crecimiento económico (desde el análisis de las técnicas y las oportunidades de sucesivas fases temporales en el progreso tecnológico e innovador, el primero, o la importancia de su llamada “destrucción creativa” en el avance de la economía, desde la óptica y trabajo de los dos otros galardonados). Tres destacados profesores e investigadores de las ciencias económicas.
Como suele ser habitual, hoy, a casi nadie relacionado con el crecimiento económico, la inversión, el progreso tecnológico y la presencia de ganadores y perdedores en la irrupción consecutiva de tecnologías disruptivas, sorprenden sus teorías, conocimiento y aportaciones en su fecunda tarea. Parecerán conocimientos y aportaciones “evidentes”, presentes en todo proceso innovador y análisis o proyecto de crecimiento económico, así de como resulta imprescindible su asociación con el progreso y desarrollo además el rol determinante de la “tecnología positiva”, cuando, bajo control democrático, se pone al servicio del bien común y un desarrollo humano y sostenible. Nadie, en consecuencia, hoy, se atrevería a proponer las bondades de la innovación, de la tecnología, del crecimiento de progreso, sin referirse a la importancia de los conceptos transmitidos por estos tres profesores e investigadores galardonados. Conceptos y conocimientos reconocibles en prácticamente toda estrategia de éxito en los tiempos que corren.
Guardando las distancias, merece la pena seguir los trabajos y conclusiones en una serie de eventos internacionales que se han llevado a cabo a lo largo de esta semana, que han contado con la participación de múltiples jugadores, de todo tipo de regiones a lo largo del mundo, en diferentes fases analizando el papel de los instrumentos que explican el crecimiento y desarrollo económico, inclusivo, competitivo y de progreso social, dominantes en la infinidad de políticas públicas que diferentes gobiernos (de todo nivel) y empresas vienen desplegando a lo largo del mundo, con el acento puesto en la “innovación organizativa” en torno a la clusterización de la actividad económica en territorios concretos, en la generación de la “nueva ola” de “Ecosistemas” (etiqueta confusa que se hace común en la literatura y medios económicos y empresariales para referirse a todo tipo de interacciones entre diferentes actores, en un espacio concreto y, supuestamente, con multiobjetivo compatibles). Así, la UNIDO (United Nations Industrial Development Organization) ha reunido, bajo el impulso y coordinación del Banco Mundial, a expertos internacionales para debatir en torno a los CLUSTERS y profundizar sobre “reformas innovadoras” para su actualización y despliegue al servicio de la, una vez más, “nueva economía” y un nuevo “léxico económico” a la búsqueda de una actualización de los conceptos base y propios de los modelos de clusterización, competitividad y bienestar, ampliamente extendidos por el planeta. A la vez, TCI (28 TCI Global Conference 2025) celebraba, en Dublín, en su reunión anual, con todo tipo de “practitioners”, agentes activos de la clusterización en sus diferentes modalidades y grados de desarrollo, analiza, también, “el efecto de los Clústers”. Por otor lado, la CEPAL (Comisión Económica de Paises de America Latina y el Caribe, de la ONU), publicaba su último Informe en relación con el crecimiento económico, la productividad y solución a las “brechas del crecimiento” y el potencial de los clústers para su desarrollo, en los países de la región (Panorama de las políticas públicas de desarrollo productivo).
Mientras todo esto pasa, innumerables gobiernos, empresas, entidades, clúster a lo largo del mundo, realizan un intenso trabajo, día a día, aunando esfuerzos, compartiendo objetivos al servicio de sus estrategias para la coopetitividad, el crecimiento y desarrollo humano sostenible, en un profundo y desafiante espacio de incertidumbre, cambio y/o innovación y avance, impulsando el progreso social, inmersos en complejos procesos de transformación, preocupados, de manera especial, por la tecnología disruptiva y los miedos y esperanzas que conlleva.
Más allá de terminologías y de modas al uso, la clusterización de la economía, ha supuesto, en esencia, innovación, ruptura sectorial clásica y crecimiento destructivo al servicio del desarrollo y progreso social, incorporando la integridad e integralidad de todas las actividades económicas que interactúan en un territorio concreto, facilitando la coparticipación colaborativa de todos los actores (públicos, privados, de iniciativa social) en la co-creación de valor y progreso social de su Comunidad y todos sus habitantes. Instrumentos ad hoc generadores e implementadores de “Estrategias País/Nación/Región/Ciudad” completas.
La clusterización supone la ruptura de las fronteras entre los sectores clásicos, la redefinición y desagregación de la estadística tradicional aportando data real de carácter microeconómico facilitador de valor para la toma de decisiones y generación de impacto real, cuestionando la concepción global ilimitada de una economía supuestamente benéfica para todos, cambiando reglas fijas para un crecimiento estrictamente asociable a un PIB cada vez menos preciso y relevante para entender el bienestar en su conjunto, y la apertura a todo aquello que termine explicando la capacidad creativa de valor en un espacio determinado, abierto, en cooperación con todo un mundo cada vez más interrelacionado y coparticipado. Clusterizar la economía no es cuestión de crear entes facilitadores, asociativos, formalmente, sino un rediseño innovador, con propósito, al servicio de una Estrategia de desarrollo Economía–Territorio concreta.
La estrategia de los clústers
Así se ha entendido en los países en los que los clústers han sido elementos al servicio de una determinada estrategia y no como un fin en sí mismos. Lejos de la necesidad “de poner un cluster en tu vida”, ha primado la necesidad de estrategias a cuyo servicio, las organizaciones clúster han facilitado la integración de jugadores diversos, con sus propias estrategias (únicas y diferenciales) que coopiten (compiten a la vez que colaboran entre sí) para el mejor logro de otras estrategias compartibles (estrategia del propio clúster, también únicas y diferenciales) y de la particular (otra vez, única y diferencial) de “n” territorios en los que desempeña su labor a lo largo de las “n” cadenas de valor de las que forma parte, a lo largo del mundo, construyendo fortalezas duraderas en todos los ámbitos, evitando perder su relación con las Areas Base, que las vieron nacer y posibilitaron su desarrollo internacional.
Es precisamente este desafío el que provoca el prerrequisito de un crecimiento destructivo, que genera valor a la vez que impulsa procesos innovadores, inacabables, al servicio del progreso social. Es la savia que se nutre de los diferentes capítulos (tecnológico, social, institucional) que llevaron a la Academia Sueca a otorgar el premio nobel del año anterior 2024, a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson por su contribución en estos apartados y fases de la historia que tan bien explica el profesor Joel Mokyr y el porqué de recibir hoy, el galardón de 2025. Fases a lo largo de la historia, encadenando etapas de diferentes progresos tecnológicos que, al alumbrar modos, estilos, conocimiento y comportamientos diferentes, dan lugar a una innovación creativa generadora de “nuevos ganadores” y, desgraciadamente, “obsolescencias obligadas al cambio y a la eliminación de las alternativas superadas”. Es la señal roja que obliga a todos, a una permanente innovación creativa que supere la destrucción “inevitable”.
Es así como, si detrás de los florecientes Ecosistemas viniera un nuevo espacio multi-clúster que avance en la destrucción creativa de las fronteras sectoriales y de espacios limitados específicos del pasado, si alumbra nuevas y progresivas combinaciones o interacciones abiertas hacia nuevos estadios del conocimiento y del progreso social, trascendiendo de conceptos e ideas base, daríamos la bienvenida a una renovada evolución positiva aceleradora de es nueva fase, de destrucción creativa, progreso tecnológico e impulso de un crecimiento económico y bienestar para un deseado desarrollo humano, inclusivo y sostenible.
El nuevo futuro, la nueva economía del mañana, exigen “nuevos modelos de crecimiento”, “nuevos impulsos” hacia una productividad más allá del PIB y de la hora laboral (tiempo/persona), de una cada vez más cambiante tecnología al alcance real de las personas a las que ha de servir, y no sustituir, asumiendo la destrucción creativa que conlleve.
Una sincera felicitación a los tres ganadores del Nobel de economía. Crecimiento de progreso, destrucción creativa, tecnología bajo control democrático, al servicio de la Sociedad, esperanza y desarrollo humano sostenible. Objetivos a cuyo servicio hemos de ofrecer los mejores y adecuados instrumentos.