Elecciones en Canadá y el ‘factor Trump’
Las elecciones canadienses de este domingo presentan una serie de características específicas que las diferencian notablemente de cualquier otra hasta la fecha. Empezando por la propia convocatoria adelantada de las elecciones, que si bien es muy ligera (de octubre a abril del presente año) y ya se ha dado en alguna otra ocasión, no suele ser nada habitual en el calendario político canadiense, en el que la fecha de las elecciones viene predeterminada por la ley electoral, fijando su realización “el tercer lunes de octubre del cuarto año después del día de la votación de la elección anterior”. Otro dato a tener en cuenta es el cambio, tan solo tres meses antes de las elecciones, del candidato –Mark Carney en sustitución de Justin Trudeau– de la formación política actualmente gobernante, lo que tampoco suele ser habitual en la práctica electoral. Es preciso reseñar asimismo las fuertes oscilaciones, mucho más acusadas que las que normalmente suelen darse en las expectativas de voto de las principales formaciones políticas, en especial entre las que tienen posibilidades reales de formar gobierno, lo que añade un factor adicional a la especificidad de las actuales elecciones en Canadá.
Pero el hecho determinante y decisivo en estas elecciones es, sin duda, la reciente irrupción de lo que podríamos denominar el factor Trump en el escenario político canadiense. Llama la atención, además, la forma abrupta en la que se produce esta inesperada irrupción trumpiana en la vida política canadiense, formulando propuestas tales como nada menos que la anexión de Canadá, lo que no deja de resultar insólito en las relaciones entre dos países que, además de vecinos, no habían tenido problemas entre si hasta la fecha. Llama igualmente la atención las expresiones utilizadas para referirse a la máxima autoridad canadiense, a la que recientemente se refieren como Gobernador (término con el que también se designa a la máxima autoridad ejecutiva de los Estados miembros de EEUU), lo que no deja de ser una coincidencia un tanto sospechosa. Por cierto, es preciso aclarar que en el léxico institucional canadiense la figura del Governor hace referencia a la representación del monarca británico en Canadá, en el momento actual (desde 2021) la señora Mary Simon.
Si bien las insólitas medidas que viene adoptando el actual presidente de los EEUU en sus primeros cien días (que ahora se cumplen) en el cargo están teniendo un impacto en las relaciones comerciales a escala global cuyos efectos no cabe soslayar, no todos los países se ven afectados por igual. Además del Canal de Panamá y de Groenlandia, que también forman parte de la agenda territorial de Trump, las medidas arancelarias en curso, de inciertas repercusiones por el momento aunque según todas las estimaciones conocidas no parece que en ningún caso, incluido también EEUU, vayan a ser positivas para el comercio internacional, lo que sí pude augurarse es que algunos países en particular van a verse afectados de forma especial. Es el caso, más que ningún otro, de Canadá, que por razones geográficas, históricas y, sobre todo, actuales –el 80% de sus relaciones comerciales son con EEUU– se ve muy especialmente afectada por las medidas que viene adoptando la administración Trump.
En este contexto, no puede extrañar que el factor Trump se haya convertido en el tema que ha condicionado por completo el desarrollo de la campaña electoral; lo que además de constituir una inesperada novedad en relación con cualquiera de los anteriores procesos electorales ha obligado al mismo tiempo a dedicar a este asunto una atención prioritaria dadas las repercusiones que las medidas anunciadas por Trump van a tener en la economía canadiense. Sea cual sea el resultado de estas elecciones, que como consecuencia de la irrupción del factor Trump se presentan particularmente inciertas, ningún Gobierno puede actuar tras ellas al margen de las medidas que adopte su poderoso vecino del sur, que si bien nos afectan a todos como se está poniendo de relieve estos días, tienen por las razones ya apuntadas una incidencia muy especial en Canadá.
En este sentido, las actuales elecciones canadienses constituyen una buena muestra de como los factores externos y, mas concretamente los cambios operados a escala global como consecuencia de la irrupción del factor Trump, pueden condicionar las opciones y los programas de gobierno en los respectivos ámbitos estatales. En primer lugar, en las más próximos como de forma especial ocurre con Canadá en relación con EEUU pero también en otros que aunque mas distantes geográficamente, entre ellos la UE, no por ello van a dejar de sentir los efectos de este inesperado cambio en el escenario global, que inevitablemente va a exigir una reformulación de las políticas nacionales (y de la UE) en los próximos años. Las elecciones canadienses van a proporcionar una primera pista que puede aportar datos indicativos de interés sobre la orientación que van a seguir las cosas, dada la muy cualificada posición que ocupa Canadá, en primer lugar en relación con EEUU pero así mismo en el escenario global en general.
Hay que tener presente que Canadá es un país que pese a su limitado peso demográfico –en torno a los 40 millones de habitantes, frente a los 340 de EEUU y los 130 de Mexico, por mencionar los países de su entorno mas próximo– ocupa un lugar destacado en el escenario internacional. Miembro de todos los organismos surgidos en las décadas siguientes al fin de la II Guerra Mundial, desde la Alianza Atlántica (1949) al selecto y limitado club actual del G-7, pasando por la OMC y prácticamente la totalidad de las instancias multilaterales de los últimos tiempos, tiene una presencia muy relevante en la escena internacional. Se trata, por tanto, de un país cuya posición en los próximos años, que no va a ser ajena a los resultados de las elecciones que tienen lugar estos días, no nos puede resultar indiferente.
Particular atención merece, para nosotros los europeos en particular, la posición que adopte el nuevo Gobierno tras estas elecciones en relación con la Unión Europea. No cabe duda alguna de que la agresiva política arancelaria anunciada por Trump va a tener, por las razones ya apuntadas de proximidad geográfica y, sobre todo, por el volumen de las transacciones comerciales entre ambos países, efectos mas incisivos en Canadá que en ningún otro país. Ello va a dar lugar a una obligada reorientación de la política comercial canadiense y, en este marco, es preciso abrir la posibilidad de plantear una reformulación, adaptada a las nuevas circunstancias derivadas de la política arancelaria de la Administración Trump, de las relaciones comerciales entre Canadá y la UE. Cuestión que, por otra parte, ya ha sido barajada como una opción a considerar, si bien la inmediatez de los acontecimientos en el momento presente no permite mayores precisiones, que en especial en estos temas son determinantes.
Una mención adicional es preciso realizar sobre Groenlandia, ya que éste ha sido también un tema suscitado por el nuevo Presidente de EEUU desde su acceso al cargo. Es éste un asunto que, al menos en la forma en la que se plantea, no parece que pueda tener salida razonable alguna si Trump y su equipo persisten en su objetivo de incorporar el territorio groenlandés a los EEUU. Pero basta con echar una ojeada al mapa para comprobar que este territorio, actualmente vinculado mediante una relación sui generis con Dinamarca, si con algún país tiene alguna conexión que desde la óptica territorial puede ser razonable, es precisamente con Canadá, cuya proximidad geográfica con su costa nororiental es manifiesta. No cabe descartar que los objetivos anexionistas de Groenlandia tengan relación con las propuestas en la misma línea sobre Canadá. Y tampoco que la UE tenga algo que decir sobre este tema, aunque solo sea por la vinculación que uno de sus Estados miembros, Dinamarca, tiene con este territorio. Mas allá de la coyuntura electoral del momento presente en Canadá, estas elecciones presentan un interés especial al ser las primeras que tienen lugar en el recién inaugurado mandato presidencial de Trump y en un país cuyas relaciones con EEUU son más estrechas que en cualquier otro; lo que permite calibrar mejor los efectos que el factor Trump puede tener también en otros países, que a no dudar se van a ver afectados, ya lo están siendo, por las medidas que se vienen adoptando en Washington. Conviene tomar buena nota de ello porque a pesar de la lejanía geográfica, que en el marco global actual es preciso relativizar, las políticas a desarrollar por nuestra parte, tanto a escala autonómica como estatal, pero sobre todo de la UE de la que formamos parte, se van a ver condicionadas de forma determinante por los cambios que se están produciendo de forma tan inesperada como sorpresiva en el incierto escenario global que se está gestando en estos momentos.
Profesor