Supervivientes ha arrancado edición convertido en un extraño crossover entre La isla de las tentaciones y Las Campos. Está Montoya y está Terelu, y están todos sus séquitos alrededor: el trío de las tentaciones en la playa y la familia de la Campos en plató.
Lo de Montoya se entiende por su repentino éxito viral y sus dotes para la sobreactuación que tanto entusiasman en esta cadena. Lo de Terelu lo desconozco, porque desconozco qué poder o cuántas acciones tienen las hijas-nietas de María Teresa Campos para enlazar programas en esta cadena y sobrevivir a formatos y cambios de directivos. Tras tener al nietísimo en GH VIP y a su mamá en la anterior edición de Supervivientes, ahora han mandado a Terelu a la isla con un bono de supervivencia de 21 días, con la excusa de que es lo que aguantó por allí su hermanísima, en los que el resto de participantes tienen prohibido nominarla. Vaya con la igualdad la oportunidades. Además, han hospedado a la hermanísima y a la hijísima en un 2x1 en el plató mientras mantienen su silla en el resto de la programación de la cadena sin importar que los demás participantes se tengan que conformar con un representante que hable de ellos diez segundos por semana con suerte.
Telecinco resuelve, de momento, tres noches por semana con el reality de Montoya y las Campos a razón de cuatro horas por noche más las repeticiones y tertulias de los demás programas que amortizan el gasto, que tampoco es mucho porque ni se gastan un euro en un decorado y siguen reutilizando el de Gran Hermano como si fueran una cadena local cutre y sin pasta, siempre en el mismo sitio, siempre con la misma gente: platós, presentadores y colaboradores para todo.
El problema de este reality, como todo lo que hace Tele 5, es que cuatro horas se hacen eternas y más si las llenan a base de paja: el domingo pasado, dos juegos de ocho minutos donde Terelu demostró que no sabe hacer un puzle de siete piezas, un salto de helicóptero, el inesperado abandono de Beatriz Rico que ya en la primera prueba demostró que no se le da el juego como esperaba y quedó norminada... y las tres horas restantes se rellenaron a base de tertulianos y familiares diciendo paridas, casi siempre, por su puesto, de las Campos porque no se pide opinión al resto salvo para hablar... de las Campos.
Y ahí están el resto de los participantes intentando hacerse notar: un par marcando paquete, otra sacando teta o imitando cómo habla la Pantoja, y, como siempre, todos o casi han tenido antes contrato con la cadena: saben lo que les piden, saben lo que dar. Como para no triunfar.