Hoy, 13 de marzo, se cumplen doce años del servicio de Francisco como Obispo de Roma, como ha querido denominarse desde el momento de su elección. Este primer gesto deja claro un modelo de Iglesia más horizontal, colocándose como obispo entre los obispos con la función de crear comunión en la diversidad de las iglesias locales y desde una fraternidad universal e interreligiosa. Siendo muchas las aportaciones realizadas destaco algunos subrayados.

Francisco, el Papa de los procesos y los puentes

Francisco ha tenido una actitud de constancia y paciencia para iniciar procesos de conversión y dinámicas de cambios en la vida eclesial. Procesos desde los que ha colocado a la Iglesia mirando de frente y en diálogo a una sociedad secularizada. Seguramente muchos echamos de menos decisiones más radicales que hagan de ella un espacio más atrayente y sugerente para las personas de nuestra época. Pero también es cierto, que se han abiertos procesos imparables de escucha, reflexión, dialogo y discernimiento que pueden conducir a una Iglesia con más participación interna y corresponsabilidad para asumir los desafíos y retos de forma comunitaria.

También ha tomado una serie de medidas concretas para abordar la corrupción y el ordenamiento económico y la reforma de la curia buscando una mayor transparencia y servicio sin afán de poder y control. Está convencido de que el futuro de la Iglesia pasa por construir procesos de humanización compartidos, inclusivos, con la participación de todas también de las personas en situaciones más vulnerables.

Pero si algo ha caracterizado al Papa desde el comienzo ha sido su testimonio personal lleno de gestos de humildad ante las personas sufrientes. Tenemos en la retina imágenes de abrazos, conversaciones improvisadas, dejándose tocar y bendecir; fotos rezando en Lampedusa por los migrantes muertos en el mediterráneo o llamadas continuas a una parroquia de Gaza que acoge a refugiados de guerra. Ha sabido combinar los gestos con palabras de denuncia de un sistema capitalista y una economía que mata, excluyendo a una parte significativa de la humanidad, haciéndose voz de los sin voz. Todavía tenemos reciente el escrito contra las políticas migratorias de expulsión masiva de Trump y sus continuas invitaciones a ser comunidades acogedoras ya que la migración, lejos de ser una amenaza, aporta y enriquece a los países que la reciben, además de ser una cuestión de dignidad y ética.

Destacado ha sido su papel de constructor de puentes en medio de conflictos internacionales, ofreciendo su persona y a la diplomacia eclesial como mediadora. Su propuesta de cultura del encuentro, ofrecida en la Encíclica Fratelli tutti (2020) invita a trabajar en una fraternidad universal desde una paz justa. Gestos como acercarse a la embajada rusa al día siguiente de la invasión a Ucrania junto con la llamada telefónica a Zelenski para trasladar su profundo dolor, reflejan su querer poner a la Iglesia a los pies de los grandes desafíos de la humanidad.

Uno de los mensajes más contundentes ha sido el de tolerancia cero contra los abusos a menores, transparencia en las investigaciones y denuncia sin dejar de acompañar a la víctima y al victimario. Él mismo ha cargado en sus espaldas con el dolor y la decepción de tanto delito cometido por personas de la Iglesia solicitando perdón a las víctimas y agradeciendo los procesos para desvelar esta lacra.

Por último, uno de sus escritos más valorados dentro y fuera de la comunidad católica es la Encíclica Laudato Si (2015), donde urge a los ciudadanos y gobiernos a una toma de postura ante la crisis socio-ambiental, proponiendo un desarrollo socio-económico que respete y cuide los seres humanos, todas las especies y naturaleza. Esto ha reforzado su liderazgo moral por su paso decidido y comprometido para que la causa del cambio climático sea también una oportunidad para el cambio social.

“Acordaos de rezar por mí”: con estas palabras suele acabar sus alocuciones, expresando su fe en Dios, como el único que puede ayudar en los momentos complicados, como el que está viviendo Él mismo en la actualidad. Rezaremos por él y por los sueños que ha compartido en estos años de servicio a la Iglesia y a la humanidad.

Miembro del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de la diócesis de Bilbao