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Tribuna abierta

La victoria de Donald Trump en la perspectiva africana

Estados Unidos de América acaba de elegir a su presidente número cuarenta y siete. Donald Trump, pese a todos los procesos judiciales abiertos en su contra y contra muchos pronósticos, ha conseguido por segunda vez la confianza de la mayoría de los estadounidenses y oficialmente en enero de 2025 será tomará posesión.

La vuelta de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América hace temblar el actual panorama geopolítico mundial. Se abren muchas incógnitas. Los conflictos latentes en oriente medio, el conflicto en Ucrania, las cuestiones arancelarias entre Estados Unidos y Europa y muchas otras hacen que los países europeos se lleven las manos a la cabeza con la vuelta de Donald Trump al poder. Sin embargo, para el continente africano la vuelta de los republicanos a la Casa Blanca ha sido recibida con aplausos. ¿Y por qué? Los países del África del Oeste, como Burkina Faso, Níger, Mali… cuestionan y desafían negativamente las políticas exteriores de Estados Unidos llevadas a cabo por los Demócratas hasta el momento. Países como Burkina Faso y Níger retiraron las bases militares de Estados Unidos de su territorio durante la administración Biden y reforzaron sus alianzas con China y Rusia. En Kenia la población no perdona el hecho de que los demócratas hayan enviado soldados kenianos a Haití para resolver un problema que según ellos lo crearon los estadounidenses. No creen justo que mueran en este país soldados de Kenia, mientras Estados Unidos mira hacia otro lado. Los sudafricanos, la única nación en el mundo que ha llevado a Israel a la Corte Penal Internacional por el genocidio de ciudadanos palestinos, no ha recibido de buen grado el visto bueno de la administración Biden para el genocidio en Palestina; lo mismo siente la gran mayoría de los países africanos que piden a gritos el cese de esta masacre.

Por otro lado, la oposición mozambiqueña, que en este momento está luchando en las calles por la reposición de la verdad electoral, espera que con la llegada de los republicanos al poder surja un cambio de postura en la administración estadounidense, ya que está en los últimos años ha sido caracterizada por una complicidad con las dictaduras africanas, haciendo negocios con las mismas, apadrinando la corrupción y las fraudes electorales. En Angola, el gobierno actual, que se mantiene en el poder pese a haber perdido las elecciones del año 2022 –gobierna desde hace cincuenta años–, colocó el ejército en las calles, la fuerza aérea, marina de guerra… para evitar manifestaciones y protestas contra el fraude electoral. La población angoleña, sintiéndose impotente y severamente intimidada, recurrió en masa a las cuentas X, Facebook e Instagram del presidente Biden pidiendo su intervención delante de semejante golpe a su democracia, esta población, únicamente recibió silencio, por parte de la Casa Blanca. Meses más tarde, este gobierno anunció inversiones y negocios billonarios con la administración Biden, tanto es que el pasado 14 de octubre, todo el país se paralizó esperando la visita oficial de Joe Biden a Angola, quien acudiría al país para firmar los contratos en relación al megaproyecto estadounidense en Angola, denominado Corredor de Lobito, una infraestructura de ferrocarriles que transportará mercancía para los Estados Unidos, desde el sur del Congo Kinshasa, Zambia hasta el océano Atlántico, a través del puerto de Catumbela-Lobito, en Angola. El presidente Biden pretendía reforzar aún más contratos en el sector de los petróleos y el gas con este país del África Austral. El viaje del presidente Biden se canceló a última hora debido al huracán Milton, ocurrido en Estados Unidos. Queda ahora por saber si la nueva administración los mantendrá o se cancelarán.

Los regímenes corruptos africanos y cleptocráticos se han entristecido con la derrota de sus fieles colaboradores estadounidenses, porque ven amenazados sus negocios y la continuidad de sus regímenes fraudulentos, en un momento de la historia del continente africano en el que van cayendo por la fuerza popular todas las dictaduras, como ha sido el caso, al inicio de mes, del gobierno de Botsuana, que después de sesenta años en el poder, ha perdido las elecciones, dejando paso a la fuerza joven. El abogado Duma Boko, de cincuenta y cuatro años, experto en Derechos Humanos por la Universidad de Harvard, ha sido nombrado como nuevo Presidente de Botsuana este fin de semana, Boko, representa la lucha de los jóvenes por la democratización de los países africanos, en un momento de no retorno. Lo mismo ha ocurrido en Senegal y en Burkina Faso, Guinea Conakry con la caída de Alpha Kone, en Gabón con la salida histórica del poder de la dinastía Bongo que llevaba en el poder cincuenta y siete años, con el beneplácito de Estados Unidos y con buena parte de la exploración de Gas y petróleo llevada a cabo en este país por empresas norteamericanas. En las últimas semanas las miradas africanas y del mundo acompañan atentamente lo que se está viviendo en Mozambique en donde los jóvenes están firmes en la decisión de tumbar el régimen cleptocrático de la Frelimo, de la mano de Venancio Mondlane, legítimo vencedor de las elecciones del pasado nueve de octubre. Pese a las cargas policiales, el pueblo mozambiqueño sigue firme, todos los días con manifestaciones por las calles del país, hasta lograr sus objetivos de democratización del poder. Su lema es; O povo no poder. El poder para el pueblo.

Otro aspecto que hace que algunos países africanos miren con buenos ojos la llegada de los republicanos al poder es el carácter conservador de este partido. Los republicanos llevan como bandera en sus discursos la preservación de los valores tradicionales de la familia, el respeto por la religión, no tienen las políticas de género como mainstreaming en las administraciones, sino todo lo contrario, los avances en las libertades y derechos de los colectivos LGBTQ, lo ven como algo peligroso para los valores de las familias y los derechos civiles y políticos de la ciudadanía no son parte de su agenda. Estas ideas son compartidas por buena parte de las naciones africanas. Por ello, reciben de buen grado la vuelta de Donald Trump al poder en Estados Unidos.

Quizás lo que no saben todos estos gobiernos de los países africanos que celebran la victoria de Donald Trump es que el futuro de sus naciones solo depende de ellos y de su propio coraje, no de ningún gobierno de ningún otro país. Los presidentes estadounidenses, vengan del lado que sea, siempre mirarán por sus propios intereses, que es lo mismo que deberían hacer los presidentes de los países africanos: aprender a mirar por los intereses de sus gentes.

Trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública por la UPV/EHU y activista por los Derechos Humanos