Mientras en Gaza la gente muere bajo bombas y misiles, somos completamente desconocedores de otros conflictos en el mundo que llevan años en hervor: del conflicto interno en Birmania apenas sabemos nada, salvo que todo un pueblo, los Rohinyá tuvieron que huir de su tierra. De las múltiples insurgencias en el Magreb, apenas nos enteramos, salvo colateralmente con detalles como la implicación del grupo Wagner en el mismo. Y eso solamente porque tal grupo alcanzó notoriedad en la guerra de Ucrania. Esa guerra va camino también del olvido mediático tras los ataques de Hamás en los aledaños de Gaza el pasado 7 de octubre y los horribles desastres que desencadenó a manos de otros criminales mejor pertrechados para sembrar muerte pero igual de desalmados.

De Yemen, Somalia y Etiopía solo nos acordamos por lo del estrecho de Ormuz que lleva a Suez y porque el entorpecimiento del transporte marítimo que por ahí pasa puede entorpecer el comercio. Así de crudo. No nos interesa más allá de que pueda afectar remotamente. ¿Alguien sabe algo de la insurgencia en Katanga, en la República Democrática del Congo? Confieso que yo mismo, muy poquito. Lo que sí sé es que en todos esos sitios hay agresores y agredidos, y que el pato lo paga la parte más débil. Los de siempre.

Todo eso es muestra de lo necesario que es contar con un sistema judicial internacional que garantice que los responsables de graves violaciones de derechos humanos respondan de sus actos. Por eso es importantísima la noticia de que la Corte Penal Internacional que mañana iniciará la vista preliminar de la denuncia de Sudáfrica contra Israel. Que conste que el sistema penal internacional es claramente inadecuado, prueba de ello son las barbaridades que he enumerado y las que no he podido mencionar por falta de espacio. Pero puede marcar el inicio del cambio. Cambio que será lento y que llega tarde, sí. Pero prefiero avanzar en esa dirección, por poco que sea, que seguir retrocediendo.

@Krakenberger