La aprobación del proyecto de los Presupuestos vascos para 2023 por parte del Consejo de Gobierno de Iñigo Urkullu y la comparecencia de los consejeros durante la semana que hoy concluye en la correspondiente comisión parlamentaria para desgranar las partidas que atañen a cada Departamento, da paso ahora a la ronda de contactos con los partidos en busca de una negociación que amplíe la mayoría ya existente para la ratificación definitiva de las Cuentas. El Presupuesto elaborado por el Ejecutivo vasco es un ejercicio entre el realismo fruto del análisis de la complicada realidad económica y social global y su proyección a futuro y la puesta en marcha de una herramienta con recursos para hacer frente a las turbulencias y encarar la crisis con garantías. Para ello, el Ejecutivo ha previsto unos números que superan por primera vez en la historia los 14.000 millones, con el gasto social, la Sanidad y la Educación como puntas de lanza. En este contexto, y pese a que el Gobierno cuenta con mayoría absoluta, tanto el lehendakari Urkullu como el consejero Pedro Azpiazu han reiterado su voluntad y compromiso de abordar una negociación mediante la que se puedan ensanchar los apoyos. Como ha ocurrido en años anteriores, descartado Vox y dada la posición obstruccionista que mantiene el PP, las opciones se reducen a EH Bildu y Elkarrekin Podemos, que también han mostrado su interés, aunque planteando objeciones y planteamientos generales que chocan con las bases del propio presupuesto y con la respuesta adecuada a la coyuntura. EH Bildu, que el año pasado se abstuvo tras acordar la introducción de varias partidas y compromisos y que mantiene su férreo apoyo al Gobierno español y también ha pactado por cuarta vez las Cuentas de Nafarroa, mantiene, sin embargo, una actitud distinta hacia el Ejecutivo vasco. Su exigencia de una reforma “estructural” en los Presupuestos se antoja nada realista y menos aún posible. Ni en Nafarroa ni en el Estado hay ninguna reforma estructural de las cuentas. Todos los protagonistas saben que no es posible empezar de cero y que el margen real para reorientar los Presupuestos no se puede afrontar sin poner en cuestión el equilibrio entre sistemas públicos de bienestar y los mecanismos de desarrollo económico por primar los subsidios. Toca, por tanto, negociar con voluntad real de acuerdo y realismo presupuestario.
- Multimedia
- Servicios
- Participación