ed la frase de Pello Otxandiano, que es una de las figuras y rostros llamados a tomar el timón de la famosísima Izquierda Abertzale, actualmente EH Bildu, y mucho antes Herri Batasuna. Son pertinentes unas explicaciones previas. Los nombres son muy importantes porque, aunque parezcan superponibles, cada uno obedece a un tiempo, a una estrategia y a unas intenciones. Ahora mismo lo más importante son las intenciones, sin embargo el paso del tiempo y las sucesivas etapas vividas (y sufridas) nos han traído hasta este hoy en que nos movemos, y en el que se mueven quienes hace sólo tres o cuatro años amparaban y protegían a quienes basaban su ideología en la violencia. Bildu -que es el nombre actual y actualizado de la formación-, se ha reunido con la intención de definir -o definirse- en relación al futuro. EH Bildu, que es la antigua HB, claro está que debidamente maquillada y disfrazada, aún no ha sido capaz de mostrar su rostro auténtico, aunque sus esfuerzos por mostrar el escaso rostro humano que les caracterizó, les lleve a ocultar las que fueron sus auténticas intenciones. Veamos, pues, algo muy definitorio del nuevo tiempo en que se desenvuelve la actual Izquierda Abertzale. Veamos, ya, una declaración realizada por su figura emergente Pello Otxandiano: “Debemos prepararnos para coliderar esta época de transformaciones y realizar una aportación trascendental a la renovación de un proyecto nacional vasco, radicalmente democrático, basado en el desarrollo humano y sostenible”. El parrafito se las trae, porque resulta difícil de interpretar. ¿Qué quiere decir el dirigente abertzale? Se trata de una frase de significado indeterminado y ambiguo cuya única intención es seguir en candelero. Nada (o casi nada) de lo dicho por él se ajusta a la realidad actual.
Es verdad que la Izquierda Abertzale debe acomodarse al nuevo tiempo, que se caracteriza principalmente por no parecer se al viejo tiempo. El nuevo tiempo se está construyendo alejado de la quimera independentista, mucho más preocupado por construir una colectividad vasca alejada de las ficciones, y centrada en la construcción de una sociedad menos radical, y mucho más comprometida con aquella que la izquierda no violenta quiso construir al empezar el periodo democrático. En ese terreno EH Bildu no sabe desenvolverse con soltura, y esa es la razón por la que sus explicaciones resultan tan inexplicables como incomprensibles.
Tras cuarenta años de Democracia, algunas cosas han quedado meridianamente claras, tan claras como ha venido expresando la Izquierda Abertzale que no ha hecho ninguna referencia a ETA, y solo se ha expresado con la más vergonzosa timidez cuando ha hecho alusión al derecho a decidir o a la independencia. Ahora, al parecer, se trata de llegar a acuerdos de todo tipo, lo cual impide profundizar en la consecución del viejo objetivo de la independencia. A EH Bildu ya no le obsesiona la soberanía vasca, ni le provoca esa ceguera propia de los obstinados por la imposible independencia. Ambos conceptos -soberanía e independencia- se han convertido en quimeras que son tan perseguibles como inconseguibles. La Izquierda Abertzale ha optado, como dice Arnaldo Otegi, por practicar la ambigüedad tanto en sus lenguajes como en sus estrategias, se ha sumido en una estrategia poco contundente y muy especulativa. “Sumar fuerzas”, porque es más importante el medio que el fin u objetivo último. “Tejer alianzas”, que es tanto como estar dispuesto a negociar y convenir estrategias intermedias, tan difíciles de hallar y desarrollar. “Construir puentes”, que dará pie a renuncias que resulten imprescindibles, o solamente beneficiosas para acercarse al fin deseado (e imposible)... En suma, tratarán de atraer, por el método que puedan, a todos los sectores soberanistas, con el objeto de renovar el proyecto nacional vasco que, curiosamente, nunca ha existido con la condición de “nacional”.
Es evidente que a la Izquierda Abertzale solo le obsesiona, ahora mismo, atraer a todos los sectores soberanistas con el objetivo de renovar un proyecto nacional vasco que, hasta hoy, nunca ha existido realmente. A EH Bildu solo le ha preocupado, ahora mismo, conquistar el poder y hacerse con el Gobierno Vasco, aunque para ello tenga que renunciar a algunos, o muchos, de sus principios ideológicos o programáticos. De hecho, en la reunión a la que he hecho alusión al principio del Artículo, subrayó su objetivo prioritario: aglutinar en EH Bildu a sectores que hasta ahora no han votado a la Izquierda Abertzale.
Ahora mismo la Izquierda Abertzale se ha impuesto una drástica estrategia: lo conveniente se impone ante lo esencial. Ya no es, al parecer, la consecución de la Independencia el objetivo a perseguir con cierta urgencia. Empieza a ser más importante el medio que el fin, porque el fin se considera tan inconseguible como absurdo en este tiempo en que la convivencia está atiborrada de riesgos. La Izquierda Abertzale quiere el poder, sólo el poder, pero no precisamente porque mediante el ejercicio del poder desee lograr el bienestar y la felicidad de los vascos y las vascas. Va siendo hora de exigir a quienes aspiren a administrar la democracia, y su poder, que previamente juren solemnemente su vocación pacífica y pacifista, y se retracten de sus indignos comportamientos pasados, pero con la máxima contundencia y exquisita claridad. Quien fue capaz de entonar “¡vivas!” a favor de quienes sembraban la tierra de muertos, no sólo tiene que dejar de vocear las bárbaras palabras sino que debe arrepentirse, y pronunciarse públicamente en contra de lo que hizo... ¡Háganlo!