l ahorro es un buen termómetro para medir la salud financiera de las familias. La confianza que hay en los hogares sobre su economía personal y la que tienen acerca de la situación económica del país son los elementos clave para valorar si baja o sube la temperatura. En épocas de estabilidad se ahorra menos. En tiempos de zozobra se ahorra lo máximo posible.
Los datos confirman esta tesis. En 2018 y 2019, según el Instituto Nacional de Estadística, la tasa de ahorro de los españoles se situó en mínimos históricos (4,9%). Tras el estallido de la crisis sanitaria, en concreto, en el segundo trimestre del año 2020, que coincidió con el estado de alarma impuesto para frenar los contagios de la covid-19, las familias situaron su tasa de ahorro en el 31,1%, el techo histórico desde que se empezó a computar este dato en 1999.
Este registro supera en más de 10 puntos al anterior más alto, que fue del 20,1%, cifra que se anotó en el segundo trimestre de 2009, casualmente en otra época de recesión global. Hay más números que sostienen el fuerte impacto económico que está teniendo la crisis en muchos hogares españoles. Entre abril y junio de 2020 su renta disponible bruta cayó un 8,8%, situándose en los 193.460 millones de euros, en tanto que su gasto en consumo se situó, incluso, por debajo, en los 133.222 millones de euros, lo que significa una contracción del 23,9%.
Con estos números, el ahorro final en ese trimestre por parte de las familias fue de 60.204 millones de euros, frente a los 36.856 millones de euros del mismo periodo de 2019. El temor a perder en épocas de crisis económica hace que sobrerreaccionemos provocado un fenómeno que se conoce como ahorro precaución, un freno para incentivar una reactivación más dinámica de la economía, ya que se posponen para más adelante decisiones de compra importantes.
En momentos de ralentización, las familias prefieren privilegiar la protección de su patrimonio y de su liquidez antes que la inversión o el consumo. En este año 2021 el ahorro de los hogares españoles ha seguido creciendo y ha llegado a los 8.505 millones de euros en el primer trimestre, una cifra que casi triplica los 3.213 millones del mismo periodo del año anterior, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística. Las dudas acerca de la recuperación económica y de cuándo se alcanzarán las condiciones de vida previas a la pandemia, así como el temor a las consecuencias del incremento de la deuda pública, están detrás de este cambio de tendencia que se ha dejado sentir con fuerza durante el pasado año y en el primer trimestre del presente ejercicio.
El economista británico David Ricardo sostenía, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, que cuando un gobierno aumenta los gastos mediante el incremento de la deuda con el objetivo de estimular la demanda, esta acaba por no sufrir ningún cambio. Y eso es lo que parece que está sucediendo desde hace más de un año. Las trayectorias seguidas por el ahorro y la deuda soberana son muy similares desde que estalló la crisis financiera internacional en 2008.
La deuda de los países de la Unión Europea se ha mantenido desde ese año hasta 2019 entre el 80 y el 90% del Producto Interior Bruto hasta que llegó la pandemia. El abrupto desplome de la actividad económica, así como la pérdida instantánea de millones de puestos de trabajo, cambió por completo las condiciones de vida de todas las familias y despertó los fantasmas de una recesión de consecuencias nunca vistas.
En apenas un año, la deuda pública de los países de la Eurozona ha pasado del 77,6% del PIB al 90,8%. Hay países donde los efectos han sido devastadores, como es el caso de España, donde la deuda ha pasado del 95,5% del PIB al 120% a finales de 2020, aproximándose ya a los 1,4 billones de euros (siendo la deuda oficial de 29.322 euros por habitante y 77.381 euros por contribuyente).
El ahorro se ha visto fuertemente afectado por la covid-19. Se ha constatado que los años de crisis económica suelen desarrollar el espíritu más conservador de los ciudadanos.
En el segundo trimestre de 2020, con la prohibición casi total de desplazamientos y con solo los servicios esenciales funcionando con más o menos normalidad en la mayor parte de Europa, los ciudadanos de la Eurozona destinaron al ahorro hasta el 25% de su renta, la cifra más alta en lo que va de siglo. La desescalada del tercer trimestre la redujo al 17%, pero con la llegada de 2021 y de la cuarta ola de la pandemia ha vuelto la prudencia.
La pregunta es si el ahorro de los ciudadanos se mantendrá cuando desaparezcan los riesgos sanitarios y las restricciones. El Banco de España cree que buena parte del ahorro registrado en España en 2020 ha sido forzado por las limitaciones de movilidad, los cierres de los locales ocio y restauración y de los comercios. Esta cantidad la estima en el 2,5% del PIB, es decir, alrededor de 28.000 millones de euros. Pero cree también que buena parte de este ahorro no es transferible en el futuro, no es aplazable.
* Economista