Debemos mucho al Profesor Yi-Fu Tuan, que desarrolla su trabajo en Estados Unidos. Después de catorce años en la Universidad de Minnesota, se mudó a Madison, Wisconsin, y continuó su carrera profesional como Profesor de Geografía (1985-1998) en la Universidad de Wisconsin-Madison, donde es actualmente profesor emérito, a punto de cumplir una edad prodigiosa: noventa años.
Fue elegido miembro de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en 1986, de la Academia Británica en 2001 y de la Academia Americana de Artes y Ciencias en 2002. Tuan recibió la Medalla Geográfica Cullum de la Sociedad Geográfica Americana en 1987 y el Premio Internacional de Geografía Vautrin Lud (el máximo galardón en la disciplina) en 2012. Ocasionalmente da conferencias y publica nuevos libros sobre geosofía.
En lugar de enfatizar los ejes de diferencia o las relaciones de poder social, Tuan ha intentado capturar experiencias humanas universales. Trabaja para mostrar matices de fenómenos comunes, como la experiencia del “hogar” que atraviesa las divisiones culturales incluso cuando revelan manifestaciones distintas en diferentes lugares y tiempos.
La topografía, el vínculo afectivo entre las personas y el lugar, es el tema principal de su libro Topophilia: A Study of Environmental Perception, Attitudes, and Values (1974), que examina las percepciones y valores ambientales en diferentes niveles: la especie, el grupo y el individuo. Yi-Fu Tuan considera que las relaciones entre cultura y medio ambiente, y entre topofilia y medio ambiente, ayudan a comprender la formación de los valores humanos.
Topophilia examina la búsqueda del medio ambiente en la ciudad, los suburbios, el campo y la naturaleza desde una perspectiva dialéctica, en la que el autor distingue los diferentes tipos de experiencia ambiental y describe su carácter.
Yi-Fu Tuan cree que, dado que los humanos son uno de los factores “dominantes” que controlan el medio ambiente (una idea que tiene plena vigencia en la actualidad en el concepto de “Antropoceno”), es de gran importancia, al considerar los problemas ambientales, tener en cuenta el grado de afinidad de la humanidad hacia ese medio ambiente.
Se trata, pues, de una mirada comprensiva y comparativa de todos los lazos afectivos del ser humano con el entorno material. Efectivamente, las diferencias culturales afectan a las actitudes y los valores, desde los valores de los habitantes de la ciudad hasta los de las personas que viven en el desierto. Afectan también a cómo se reflejan esas actitudes y valores en el arte, la literatura, el paisajismo, en los sueños de un “mundo ideal” y en aspiraciones hacia “el contentamiento y la alegría”.
Ello incluye los “paisajes del miedo”, un tema que Tuan desarrolla en su libro Landscapes of Fear (1979), en el que recorre los espacios del miedo humano y cómo cambian estos paisajes durante nuestras vidas y cómo varían a lo largo de la historia. Tuan regresa aquí a nuestra prehistoria para descubrir qué es universal y qué es particular en nuestra herencia del miedo.
De forma enciclopédica, Tuan aborda la ansiedad y sus diversas manifestaciones a lo largo de los siglos, transitando sin esfuerzo la historia, la psicología y la antropología. Ser humano es experimentar miedo, pero ¿qué es exactamente lo que nos hace sentir temor?
Tuan investiga paisajes del entorno natural que son amenazantes y paisajes llenos de imágenes oscuras de la mente; temores de sequía, inundaciones, hambrunas y enfermedades, compartidos por todos los miembros de una comunidad, y miedos relacionados con los fantasmas particulares que atormentan la imaginación individual.
En este recorrido pionero escrito con lucidez, el profesor Tuan profundiza en la pregunta: ¿Existe o ha habido una sociedad “intrépida”, capaz de enfrentarse al miedo individual y colectivo? Tuan examina las formas específicas que el miedo adopta en la mente del niño, entre los cazadores y los agricultores, dentro de los muros de una ciudad medieval china, entre los indios navajos y los inmigrantes estadounidenses.
Explora, también, las formas en que las autoridades crean paisajes de terror para infundir miedo en sus propias poblaciones. Y muestra y analiza la más básica de todas las contradicciones: la que se da entre la necesidad de seguridad humana y el miedo a la naturaleza humana.
Por otra parte, solamente enfrentándose al miedo puede el ser humano experimentar la belleza y el arte. La sabiduría convencional sugiere que las experiencias estéticas, esos momentos en que los sentidos cobran vida, son importantes solo después de que se hayan satisfecho necesidades más básicas. EnPassing Strange and Wonderful: Aesthetics, Nature, and Culture (1993) Tuan demuestra que el sentimiento y la belleza son partes esenciales de la vida y la sociedad.
Demuestra que la estética no es solo un aspecto de la cultura sino su núcleo central, tanto su fuerza motriz como su objetivo final. Comenzando con el mundo individual y físico, la exploración del autor progresa de lo simple a lo complejo.
Tuan comienza examinando los componentes básicos de la experiencia estética (vista, oído, olfato, tacto, gusto) y amplía gradualmente su análisis para incluir las construcciones humanas más elaboradas, que incluyen arte, arquitectura, literatura, filosofía, música y paisaje.
Esto lo lleva al ámbito de la política, donde lidia con la cuestión fundamental de la relación entre la bondad y la belleza, y de cómo la estética puede convertirse en una fuerza moral dentro de la sociedad. Para guiar al lector a lo largo de este viaje, el autor describe cómo funciona la estética en cuatro culturas muy dispares: aborígenes australianos, chinos, europeos medievales y estadounidenses modernos.
Yi-Fu Tuan es capaz de transmitir brillantemente una profunda fascinación por la realidad multisensorial y, al hacerlo, nos permite hacer conexiones incluso entre los elementos más difusos de nuestras vidas. Tuan no ignora la locura humana, pero Passing Strange and Wonderfules una celebración del mundo que nos rodea, nuestras experiencias y nuestras creaciones.
La experiencia estética enriquecedora va unida a un equilibrio entre “cosmos” y “hogar” como dos espacios que anclan al ser humano en la felicidad, tal y como Tuan argumenta en Cosmos and Hearth: A Cosmopolite’s Viewpoint (1996). Hearth es nuestra casa y vecindario, familia y parientes, hábito y costumbre, nuestro punto de vista, el sujeto que conoce. El cosmos, por el contrario, es la realidad más grande: el mundo, la civilización, la humanidad, lo que contemplamos y observamos con la intención de comprender.
Tuan aborda el renacimiento extraordinario del interés en el hogar en las últimas décadas, examinando los efectos positivos y negativos de esta renovada preocupación. Entre los resultados benéficos ha habido un renacimiento de la cultura étnica y el sentido del lugar.
Sin embargo, abundan las repercusiones negativas, que se manifiestan como un aumento de la superstición, un orgullo excesivo por la ascendencia y las costumbres y una visión del mundo restringida que, en conjunto, puede inflamar las pasiones locales, lo que a veces provoca conflictos violentos, desde disturbios en las ciudades de EEUU hasta guerras en los Balcanes.
EnCosmos and Hearth, Tuan toma la posición de que necesitamos abrazar tanto lo sublime como lo humilde, extrayendo lo que es valioso de cada uno. Al ilustrar la importancia del cosmos y el hogar con ejemplos de su país de nacimiento, China, y de su hogar de los últimos cincuenta años, Estados Unidos, Tuan propone una concepción revisada de la cultura, el “hogar cosmopolita”, que proporciona comodidad estética y moral, pero evita la estrechez y la intolerancia del hogar tradicional.
Tuan alienta a abrazar, simultáneamente, la propia cultura y la curiosidad por el mundo. Se trata de ver “la casa” como un “lugar en el mundo”, tal y como lo formulaba Hannah Arendt. Tuan renueva este mensaje al sugerir un camino para estar “en casa en el cosmos”. Es sin duda un mensaje de esperanza profundo, radical, majestuoso, lleno de sabiduría.
United States Fulbright Award Recipient; Visiting Scholar, London School of Economics