Tenemos a los viejillos del cortado mañanero con un cabreo de aquí te espero porque con la historia de Cataluña, la paliza que se han metido sus colegas pensionistas para llegar a Madrid y manifestarse, ha pasado casi desapercibida, sobre todo para los grandes medios de comunicación, lo cual se traduce en que como a uno le tienen localizado como periodista, te caen leches según entras por la puerta un día sí y otro también. Claro, los viejillos y los no tanto también están encendidos con el tema catalán y con cómo los tertulianos de la radio y la tele están analizando las cosas según les conviene a los poderes de turno, lo que también se traduce en que cada vez que entro en mi querido templo del café y otras sustancias, me caen golpes por todos los lados porque soy parte, sin yo saberlo, de una especie de establishment mediático-conspiratorio. Miedo me da la próxima. Algún parroquiano que se ha apiadado de mí ha sugerido que, en realidad, los dos problemas mencionados, como casi todo en esta vida, son fáciles de resolver. Pasa por hacer cosas tan sencillas como mirarse a los ojos, hablar, tragarse algún sapo en pos de conseguir un acuerdo y no levantarse de la silla hasta conseguirlo. Yo me conformo con tomarme el cortado de mañana en paz.
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