La clara victoria de Pablo Casado frente a Soraya Sáenz de Santamaría gracias al voto de los compromisarios en el Congreso del PP parece indicar el triunfo de las tesis ideológicas más a la derecha y de los posicionamientos estratégicos más duros de los populares, en línea con las políticas que llevó a cabo José María Aznar, cuya sombra sobrevuela sobre la cabeza del nuevo líder, quien, no hay que olvidarlo, fue su jefe de gabinete durante dos años. La guerra interna que se desató en la formación conservadora a raíz de la espantada de Mariano Rajoy tras ser desalojado de La Moncloa mediante una moción de censura y la activación, por vez primera, de unas primarias que han resultado muy reveladoras del estado de situación ha derivado en un PP dividido y fuertemente desorientado, tal y como se ha visto durante el proceso y la campaña previa al Congreso. De ahí que el cónclave popular haya buscado en el regreso a sus esencias y a la referencia al pasado más supuestamente glorioso del partido, ligado a los gobiernos del denominado aznarato, el sustrato necesario para afrontar un futuro incierto, todo ello pasado por un barniz pretendidamente moderno y actual personalizado en la figura de Casado -sin aparente ligazón con ese pasado y con la corrupción que lo ha caracterizado- ante la evidente amenaza que supone Ciudadanos y Albert Rivera, de quien en muchos aspectos parece un mero clon. Algunas de las ideas expuestas por Casado tanto durante la campaña como ayer mismo anuncian un PP muy escorado e incluso radicalizado hacia la derecha. Sus propuestas de “refuerzo” de la Constitución, de reforma del Código Penal para endurecerlo contra el secesionismo orillando el diálogo y de cambios en la Ley Electoral para minimizar la presencia de los nacionalistas auguran -si se pusieran en marcha sin matices- tiempos duros. De cara a Euskadi, el triunfo de Casado coloca en mala situación al PP vasco y a Alfonso Alonso, que apostaron de forma clara por Sáenz de Santamaría, y podría complicar el diálogo y el logro de posibles acuerdos plurales en asuntos clave como el autogobierno, la normalización y la convivencia. Pero una cosa son las posiciones y propuestas dentro de una pugna interna y otra, la política del día a día, donde Casado deberá, como líder del PP, abrirse también al diálogo y a los acuerdos en beneficio de todos.
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