la actualidad ofrece habitualmente malas noticias, o eso al menos nos empeñamos en mostrar los periódicos. Conozco a mucha gente que me pide un esfuerzo por publicar artículos más amables, destacando la parte buena de esta sociedad, que también existe. Yo suelo responder que nuestro cometido es otro, básicamente el de ser críticos con el poderoso, porque muchas veces somos los únicos que podemos atrevernos. Hay que ponerse una coraza, eso sí, porque las presiones y los insultos se recrudecen, normalmente en proproción directa a lo buen periodista que seas. Pero en fin, hoy me voy a fijar en una historia bonita, de esas que conmueven los corazones de algunos. Resulta que en Torrejón han localizado desorientado, desaliñado e incluso descalzo a un joven italiano que deambulaba por la calle sin saber ni quién era ni dónde estaba. Podría ser Marcello Volpe, que llevaba seis años desaparecido, nada menos, desde que su familia le echara de menos allá en Palermo. No podía ni articular palabra de lo hecho polvo que estaba. Viajó la madre a Madrid para reconocer a su hijo perdido y recuperarlo más de un lustro después. Le hicieron la prueba de ADN y... ¡no era él! Historia triste e inacabada. A seguir buscando. Como Marco, pero al revés. Malditos periodistas...