Hubo un tiempo en que el trabajo en verano en la redacción se sobrellevaba con un poco más de alegría gracias a esas noticias tan divertidas como increíbles que se multiplicaban con la canícula. Y me he topado con una. Más que una noticia es una imagen viral que ha corrido como la pólvora por redes sociales. Un niño en una piscina... que es un balcón. Chimpún. Como han leído. Nada se sabe al parecer de la fecha de la fotografía, ni del lugar en que ha sido tomada, y me atrevo a decir que tampoco hay siquiera una garantía de que la foto sea real y no un fake. Pero juguemos. Ahí está el zagal, feliz como cochino en barrizal, en su balcón forrado de plástico y lleno de agua. Incluso se atisba la manguera que surte de agua a la improvisada piscina. Por si no han visto la foto, se adivina otro piso debajo, así que los perpetradores de esta piscina tienen, al menos, un vecino bajo sus pies, aspirante a vecino del siglo, propongo. El asunto, además de para la cascada -jeje- de chistes y memes más o menos ingeniosos, ha dado al parecer también para auténticos debates físico-matemático-arquitectónicos sobre la cantidad de agua que podría haber en la piscina-balcón y, en consecuencia, el peso soportado por la estructura. Y ese vecino de abajo, si existe, esperando el tsunami que se cierne sobre su cabeza...