No es el anuncio del adelanto electoral, suficientemente atípico en la tradición política británica. Ni que Theresa May, quien ha llegado al nº 10 de Downing Street sin ganar unas elecciones, pueda entenderlo necesario para legitimarse como primera ministra: ella misma ha negado esa necesidad hasta tres veces. Tampoco se trata, como ha pretendido dejar sentado May, de buscar en el refrendo electoral fortaleza y respaldo para su negociación frente a la Unión Europea por el Brexit. En realidad, los conservadores ya tienen mayoría absoluta de escaños (331 de 650) en Westminster y cuentan con el compromiso público del laborismo de no oponerse. Sin embargo, Theresa May ha decidido presentar hoy una moción en la Cámara de los Comunes solicitando la convocatoria de elecciones el 8 de junio y, al hacerlo, se arriesga a salir derrotada y superar a Alec Douglas Home (1963-64) como el jefe de gabinete británico más efímero de la historia desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Pero si lo hace es, simple y llanamente, porque las encuestas otorgan a los tories una ventaja mucho mayor que los más de seis puntos (36,9%) sobre los laboristas (30,4%) obtenidos por su predecesor, David Cameron, el 7 de mayo de 2015: el último sondeo, realizado el miércoles y jueves pasados, da un 44% a los tories por el 23% de los laboristas, el 12% a los liberales y el 10% al UKIP. Y May cree incluso posible aumentar aún más esa ventaja con un discurso populista que ligue respaldo al Gobierno con unidad en los intereses nacionales frente a Europa y estabilidad y fortaleza política con seguridad laboral y económica; versión british, más formal y menos histriónica en las formas pero con el mismo fondo, del discurso que elevó a Donald Trump a la presidencia en EEUU. Y además pretende que la polarización británica colabore en un resultado más reducido del SNP de Nicola Sturgeon en Escocia, lo que contribuiría a calmar el razonamiento que impulsa la exigencia de un nuevo referendum de independencia en las tierras altas. Sin embargo, las encuestas ya fueron más volátiles que volubles en el referéndum escocés de 2014, fundamentaron luego el fracaso de Cameron en el del Brexit y en visión general son más que relativas para un sistema electoral por 650 circunscripciones en las que la personalidad de los candidatos es crucial.
- Multimedia
- Servicios
- Participación