Ni una duda contra el machismo
La violencia machista, que estos días ha vuelto a repetirse en su más dramática consecuencia, exige asumir frente a todas sus dimensiones y expresiones una responsabilidad individual y pública, también en el ámbito informativo
La sobrecogedora sucesión de asesinatos -los últimos, los de Marina y Laura en Cuenca- que han elevado el número de víctimas mortales de la violencia machista a 25 mujeres y ocho niños en los primeros ocho meses de este año, con otros siete casos sujetos a investigación, es la dramática confirmación de la impotencia social e institucional frente a una lacra que no se logra contener y que estremece incluso en la frialdad de la estadística: ochocientas mujeres asesinadas en el Estado español en los últimos doce años. Que el propio Consejo de Europa, a través del Convenio de Estambul, firmado en 2011, pretendiera prevenir y combatirlo, da idea de la dimensión de un problema que trasciende fronteras y que, en nuestro caso, ni los cambios de la reforma del Código Penal con la tipificación de los delitos contra la libertad sexual y la consideración de nuevos delitos asociados a la violencia machista ni los planes de prevención -como el de Coeducación y Prevención del sistema educativo vasco- han conseguido revertir; un problema que en Euskadi solo el pasado año alcanzó la dimensión de casi cuatro mil denuncias -sin ir más lejos, ayer un joven de 20 años era detenido en Gasteiz por abofetear a su pareja, el último de una negra lista en los últimos días-. Pero esos límites a la concienciación contra una lacra como la de la violencia machista no deben ser inabordables. No en vano emergen de un caldo de cultivo en el que la violencia del hombre hacia la mujer no es sino la última y fatal consecuencia de la laxitud hacia la desigualdad que, por desgracia, aún permanece mucho más que latente entre nosotros incluso en las generaciones más recientes. Por ello, porque esa violencia se nutre finalmente de la permisividad hacia actitudes agresivas y/o poco respetuosas hacia la mujer como las que, por desgracia, han tenido que venir siendo denunciadas en los últimos tiempos en algunos de los principales acontecimientos festivos de nuestro país; el compromiso por llevar el esfuerzo frente a todas las dimensiones y expresiones de la violencia machista a cualquier ámbito, también al de la información, es ineludible. Solo desde la asunción sin una sola duda, de forma individual, nítida y pública de ese compromiso a se podrán superar las barreras que el impulso institucional en pro de la igualdad, como base irremplazable de la lucha frente a la violencia machista, tiene para penetrar en la sociedad.