Rico en potencial, participación y compromiso humano, y pobre en conciencia social, ya que parezca que sólo se moviliza de forma multitudinaria al son del txistu y tamboril, como se volvió a demostrar en La Marcha de la Dignidad del pasado 22 de marzo en Madrid. Y todo porque los sindicatos mayoritarios ultra-mega vascos no la han querido apoyar de verdad, por no peder su parcela de poder y no interesarles formar parte de un todo en el que su presencia no fuera tan relevante.
Euskal Herria no se merece los representantes de los sindicatos que tiene. Unos -UGT y CCOO- por ser unos mansos que siguen lo que les dictan desde la capital del reino y los otros -ELA- por ser unos caciques consentidos y caprichosos, a los que si se les lleva la contraria ponen morritos, se van y no te dejan entrar en su paraíso con label.