HOY puede ser un buen día para el debate. Cualquier día lo es, en realidad, pero hoy concretamente puede ser un momento especialmente inspirador para confrontar, argumentar y escuchar ideas sobre una de esas disquisiciones que nos tendrá entretenidos en esta ciudad unos meses. ¿Día del Blusa o La Blanca? Preguntarle esto a un vitoriano debe de ser como preguntarle a un niño a quién quiere más, si a papá o a mamá. Pero queridos conciudadanos, mientras no desfagan el entuerto calendarístico que hay montado para el año que viene, con Día de Euskadi en retirada incluido, tenemos en si festivo el 25 de julio o el 5 de agosto un magnífico punto de partida para cualquiera de las comidas y sobremesas que hoy trufarán esta ciudad hasta que Celedón, puntual a su cita, vuelva a visitarnos desde la torre de San Miguel y nos ofrezca la posibilidad de, durante unos días, poner un paréntesis al desastre, el pesimismo y el hartazgo que nos domina. No les digo nada si, además, algún audaz decide animar la discusión con otra de esas propuestas recurrentes: la posibilidad de modificar las fechas de las fiestas para que abarquen algún fin de semana y allanar así la llegada de visitantes. Yo ahí lo dejo, como sugerencia. El placer de conversar con la gente que uno quiere y permitirse el lujazo de hacerlo por el simple hecho de estar juntos es de las mejores cosas de la vida. Así que disfruten, no olviden ser respetuosos con el vecino y, si de paso llegan a algún tipo de consenso sobre el tema del calendario, avisen.