NO se imaginan la emoción que me embarga en estos instantes: las siguientes líneas versan sobre la carrera de burros. Quien se quiera desmontar de la mesa de redacción, que lo haga ahora o calle para siempre. El caso es que tengo la sensación de que no hay manera de que se pongan de acuerdo unos y otros, blusas y defensores de los animales, y el año que viene reviviremos esta misma polémica, aunque no sea festivo y la invitada literata no repita carta. Dudo de que el dispositivo especial de vigilancia del jueves (CSI burros) dé algún resultado, más allá de constatar los pequeños rifirrafes que hubo durante algún momento de la carrera de pollinos. "¡Qué hacer, qué hacer!, te preguntas", que diría Cicatriz. Pues se me ocurren algunas ideas; todas ellas bastante tontas, sí, pero que ayudarían a llevarnos mejor entre todos. Y de entre todas ellas, las ideas, comparto con ustedes una: carrera de concejales... (silencio helador, aunque resulte paradójico con el calor que hace). Caben tres posibilidades a la hora de desarrollar esta propuesta, y en las tres prevalece la comunión ciudadana: las cuadrillas de blusas se unen por sorteo a un edil que les representará en una carrera en bicicleta, con casco opcional; las cuadrillas de blusas se unen por sorteo a un edil, al que llevarán a sus espaldas durante un corto trayecto, por aquello del sudor; y las cuadrillas de blusas se unen por sorteo a un edil, quien llevará a un representante, blusa o neska, preferentemente delgado, también durante un corto trayecto. Den ideas.
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