Tribuna Abierta Araba, ¿paraíso fiscal?, por Gorka Ortiz de Guinea
visto lo visto, se podría decir que Araba se parece cada vez más a un auténtico paraíso pero no por las agradables temperaturas, el sol o las inconfundibles palmeras de un paraíso tropical, sino por su política fiscal. En lo de pagar al fisco hemos pasado de ser Siberia-Gasteiz a lo más parecido a una república bananera. Y qué decir de aquello de que Hacienda somos todos. Somos todos salvo unos pocos, precisamente los que más tienen; los que conocen y se aprovechan de todos los escollos que la normativa vigente deja para evadir, eludir o simplemente pagar lo menos posible a la caja común.
Hay muchos ejemplos, pero la creación de las Sociedades de Promoción de Empresas son quizás un caso claro pero complicado de explicar. Supongamos que soy un empresario o simplemente una persona con muchos recursos económicos. Monto una empresa y en torno a ella voy creando otras más. Si una de mis empresas le presta dinero a otra me deduciré hasta un 20% en la declaración de impuestos y plusvalías. Pero lo que es más grave, cuando la segunda empresa me devuelva el dinero prestado se desgravará también los intereses. Así que si le impongo un interés abusivo del 80% da igual porque ganamos los dos. La pequeña empresa se deducirá también por el pago de esos intereses, pero no olvidemos que todo queda en casa. ¿Quién gana? La banca, o en este caso, yo mismo. ¿Quién pierde? Está claro. Perdemos todos porque la Hacienda deja de recaudar millones de euros cada año.
Más o menos así funcionan las Sociedades de Promoción de Empresas. Saltaron a la fama gracias a un conocido tenista mallorquí que tenía su residencia fiscal en Gipuzkoa. Allá en cuatro años pagó 11.000 euros por los 47 millones de euros que declaró haber ganado. No defraudó, no hizo trampa, simplemente se aprovechó de las supuestas ventajas que el legislador le dio para aportar tan sólo el 0.02% de lo ganado.
Pero desgraciadamente no es el único caso. En Araba hay, al menos, 70 sociedades de ese tipo. Nadie sabe muy bien cuánto dinero han dejado de ingresar las arcas forales. El hermetismo en la Hacienda foral es absoluto. Lo que sí sabemos que es todavía se dejarán de ingresar otros 80 millones, casi el 25% del presupuesto de la Diputación Foral de Araba. Para que se hagan una idea, ha sido menos de esos 80 millones lo que la Diputación ha presupuestado para tres departamentos como Agricultura (19 millones), Medio Ambiente y Urbanismo (26 millones) y Euskara, Cultura y Deporte (22 millones).
¿Y por qué? Porque uno puede guardarse sus ventajas fiscales para disfrutarlas en los siguientes ejercicios. Esto es como si todos los días no disfrutados de vacaciones me los guardo para ese año que voy a andar necesitado de días libres.
En resumidas cuentas. Estamos ante un modelo fiscal que tan sólo ofrece ventajas a quienes de más recursos disponen. Lejos de recaudar progresivamente, gravando a quienes más recursos económicos tienen, se dedican a cobrar -y también a inspeccionar- a quienes tan sólo cuentan con su sueldo como única fuente de ingresos para aportar a la caja común.
Araba, a propuesta de EH Bildu, ha decidido eliminar este impuesto pero no hay fecha para su derogación. PP y PNV dijeron que sí, pero cuando se modificara el Impuesto de Sociedades en su conjunto. El argumento no tenía ni pies ni cabeza porque esgrimían que no se pueden poner parches. Ese mismo día avalaron modificaciones puntuales en otros impuestos. Claro que la propia decisión es un parche. Una tirita de tamaño desproporcionado para seguir beneficiando a sus amigos y amigas, a esas 70 sociedades que dejarán de abonar 80 millones de euros.