RECORDARÁN la carrera automovilística que protagonizaba James Dean en Rebelde sin causa. A veces en política funciona lo de hacer de la necesidad virtud y algo de eso tiene la cumbre multipartita de Urkullu. A Patxi López le ha ido relativamente bien. Cierto es que el sopapo electoral fue de espanto, pero ha sabido el PSE construirse un buen discurso desde la ruptura con el PP de Basagoiti, hasta que adelantó las elecciones dejando el marrón de las Cuentas de 2013 al que viniera detrás con el plus de hacerle pagar al PNV su empeño de la anterior legislatura de no subir los impuestos. Así que la derrota se ha dulcificado, con el PSE elevado por el Gobierno Vasco a deseado socio y los socialistas reforzando su perfil de izquierdas -foto del ex lehendakari en el 1 de Mayo incluida- y haciendo valer sus 16 escaños. Que la cosa va en serio quedó claro en el episodio presupuestario. Y que esta historia apuntala el trampolín de López en la sucesión de Rubalcaba, también. Y López ha metido quinta o pulsado el botón del óxido nitroso -aún está por ver en qué nivel anda el duelo- al exigir exclusividad al Gobierno vetando al PP en cualquier acuerdo. El órdago no solo reniega de su pasado más próximo, sino que enmienda la última oferta de Rubalcaba a Rajoy, lo que abona esa tesis de que esta carrera concluye en Ferraz. Pero, además, puede dar bazas al frente del no del PNV. Parece que pocos puentes habrá entre PSE y PNV mientras no se resuelva el relevo en Ferraz y hasta que no se juegue la partida presupuestaria de 2014. Aquella carrera acabó con Dean saltando en marcha del coche y su contrincante cayendo por un barranco.
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