La secretaria de Estado de Inmigración, Marina del Corral, tuvo un pequeño desliz al infiltrar en un discurso uno de esos comentarios light que, a pesar de su naturaleza inocente, no pasó desapercibido para el sector al que aludía. Afirmó que hoy en día los jóvenes ansiamos salir del país debido a un espíritu aventurero que, supongo, yace innato en nuestros corazones. Pues debo de ser de otro planeta porque carezco del síndrome de Cristóbal Colón, ese atípico trastorno que le impulsó a salir a conquistar tierras inhóspitas y desconocidas por mera curiosidad.
Los jóvenes han saturado las redes sociales para mostrar su indignación por no considerarse representados en esas declaraciones: "Luego dirán que son las hormonas las que nos empujan a salir a la calle a manifestarnos por los recortes, no te fastidia" -decía un amigo mío. Supongo que sencillamente los políticos seguirán desvirtuando la realidad.
¿Qué pasa entonces con los no tan jóvenes que se han marchado o huído a otros países? En este caso, la secretaria de Estado no es capaz de encontrar justificación. La mayor parte de la gente no se está marchando por un simple impulso viajero, sino por cuestiones que superan los motivos por los cuales Marina del Corral ha sido bendecida con un trabajo y el resto no.