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Funcionaria y mileurista (por poco tiempo)

Soy una mujer funcionaria que vive de su trabajo, por el cual recibe 1.018,62 euros. Llevo en la Administración tres años y mi sueldo, lejos de subir todos los años, ha ido progresivamente bajando. A mí también me afectan las subidas de impuestos, el IVA, mi cesta de la compra también merma, pago una hipoteca y vivo de una forma sencilla y sin ningún lujo. Antes de formar parte de este ejército de caraduras que somos los funcionarios, era una joven normal que estudió una FP-II y una Diplomatura universitaria. Me enfrenté al mundo laboral como cualquier ser de este planeta, llena de ilusiones y expectativas, y lo que encontré fueron seis años de explotación laboral y moral en el sector privado.

Esto me llevó a decidir, como puede hacerlo cualquier ciudadano de este país a partir de los 18 años, dedicar los años que hiciesen falta a estudiar un temario tan árido como extenso, aceptando cualquier trabajo por penoso que fuese mientras me permitiese estudiar, para lograr un puesto de trabajo con un sueldo mileurista.

Saqué una nota lo suficientemente digna para conseguir trabajar a 100 km de mi hogar y eso porque tuve la suerte de no tener que desplazarme a 1.000 km y mover todo mi mundo y mi vida a otra ciudad por mil euros.

Hoy encuentro que mis 1.018,62 euros ofenden y destruyen la moral de los demás, que soy una sinvergüenza que no merece nada en esta vida más que los insultos de los que no son funcionarios y a que los medios de comunicación o cualquiera pueda someterme a un juicio en el que yo soy la culpable de los males de nuestra sociedad. Sí, soy funcionaria; sí, (soy) era mileurista y; para asombro de todos, soy un ser humano.