“Nuestro cuerpo nos habla todos los días, en ocasiones lo hace bajito y otras nos grita, pero no siempre lo escuchamos”, explica la médica de familia Odile Fernández, que en 2010 fue diagnosticada de un cáncer de ovario con múltiples metástasis. Tras el shock inicial y enfrentarse cara a cara a la posibilidad de morir, optó por buscar toda la información disponible sobre la relación entre la alimentación y el cáncer que pudiera ayudarla en su proceso. Desde entonces, se dedica en cuerpo y alma a ello.
¿La palabra cáncer es siempre sinónimo de muerte?
La sociedad todavía tiene asumida la palabra cáncer a la muerte. En mi caso superé un cáncer metastásico hace 13 años. Entonces decidí que uno de mis objetivos iba a ser cambiar el color negro de la palabra cáncer por el verde de la esperanza. Nosotros, como pacientes, podemos ayudar en este proceso de sanación. Está demostrado que los cambios de hábitos mejoran la calidad de vida y los efectos secundarios de los tratamientos. Además, así potenciamos su eficacia.
Si a la palabra cáncer se le añade metástasis, muchos lo asocian a un fallecimiento rápido. ¿Es así?
Yo misma me hundí al saber que tenía cáncer con metástasis, no es fácil asimilar un diagnóstico como ese teniendo un niño, como era mi caso, de tres años. Fue muy duro.
"Hay que dejar la comida de Homer Simpson y volver a la de nuestro abuelo”
Ante ese diagnóstico, ¿cuál suele ser la respuesta: incredulidad, darse por vencido, cabrearse, negociar con el médico…?
Todo lo que has dicho. Porque en general, ante un diagnóstico tan grave, todo el mundo elabora un duelo que pasa desde un periodo de ira, a enfados con el mundo, a pensar que esto no te está pasando a ti... Luego llegamos a la fase de la depresión. Es verdad que no todos reaccionamos del mismo modo, pero finalmente todos llegamos al mismo momento: la aceptación. Entender que es una enfermedad grave y aceptar lo que te está pasando.
Radioterapia, quimioterapia. ¿Por qué no le parecieron suficientes?
Porque la estadística me decía que solo con el tratamiento propuesto, cirugía y después quimioterapia, la supervivencia era muy baja. Yo no quería eso, no quería intentar vivir un par de años, quería vencer la palabra cáncer. Mi oncólogo decía que íbamos a intentar parar la marcha de la enfermedad en lo posible, pero yo lo que deseaba con todas mis fuerzas era buscar algo que me pudiera ayudar a darle la vuelta a la tortilla; que la quimio no fuera paliativa, sino curativa.
¿Está demostrado que las dietas saludables son eficaces frente a un cáncer metastásico?
Todo lo que cuento en mi libro, Hábitos que te salvarán la vida, está apoyado por referencias bibliográficas para que la gente pueda consultar. Lo que he hecho es buscar dietas y hábitos que están demostrados por estudios serios que puedan ayudar tanto en tratamiento como en prevención del cáncer. Es lo que se llama oncología integrativa. Se trata de sumar, de aunar al tratamiento médico oficial aquello que pueda hacer que mejore la eficacia de la terapia y que tenga menores efectos secundarios.
¿Y a qué rango de sobrevivencia se da cuando se actúa con estos parámetros que indica?
Es difícil de cuantificar porque no hay estudios. Lo que se está viendo es que en los hospitales donde al paciente se le ofrece de manera voluntaria la medicina integrativa frente al que decide hacer la terapia convencional, sin cambiar su estilo de vida, es que tiene mejor calidad de vida, sobrevive más y con menos efectos secundarios.
"Existe una estrecha relación entre alimentación, hábitos de vida y prevención de enfermedades"
¿Hay una relación estrecha entre los hábitos de vida y la prevención de las patologías?
Lo que cada día ingerimos y la actividad física que realizamos influye en los millones de células y bacterias que habitan nuestro cuerpo. Existe una estrecha relación entre alimentación, hábitos de vida y prevención de enfermedades. Cuando hay problemas, nuestro cuerpo nos lo dice en forma de cansancio crónico, diarrea o estreñimiento, dolores de cabeza, cambios de humor... La muerte silenciosa son inflamaciones internas provocadas por una dieta insana que poco a poco nos enferma por dentro y por fuera.
¿Por eso hay que alimentarse bien desde niños?
Sí. Porque se ha visto que si seguimos buenos hábitos de alimentación desde pequeños hay menos riesgo para enfermedades cardiovasculares, cáncer y de muerte prematura. En definitiva, lo que apostamos es por dejar ese modelo de alimentación de Homer Simpson y volver a la comida de nuestro abuelo.
¿La actividad física sería como una píldora más contra el cáncer?
Además de la eficacia de la alimentación en la prevención de patologías está también demostrado los beneficios de mantener un ritmo moderado de actividad física. Sobre todo, el entrenamiento de esfuerzo que es utilizar cargas, mancuernas, las máquinas del gimnasio; eso hace que ganemos más músculo, ya que el cáncer hace que perdamos mucho músculo. Teniendo fuerza voy a resistir mejor los tratamientos, pero además el músculo es capaz de privar de alimentos a las células tumorales, por eso cuando más fuerte esté yo, mejor me irá en la evolución de la enfermedad.
¿En esta sociedad polimedicada vamos más por parchear la enfermedad que por modificar su curso?
Tomamos muchos fármacos que también tienen sus efectos secundarios, por lo que hay que reducirlos para evitar los efectos adversos, además del gasto económico que supone para el sistema sanitario.
La Sanidad está muy tensionada. ¿Seguir consejos como los que apunta no incidiría en que el sistema fuera más eficiente?
Claro. En otros países se han realizado estudios sobre cómo la medicina integrativa podría ahorrar en costes económicos, en costes de hospitalización y de bajas laborales. Y no solo orientados al cáncer, sino a enfermedades cardiacas, diabetes o parkinson. Si invirtiéramos más en formar a la población en hábitos saludables podríamos ahorrar muchísimo dinero. Porque esto es una carrera de fondo, hay que empezar a comer saludable desde la infancia.
Su libro tiene una parte curativa de gestión de la enfermedad. ¿Bajo su planteamiento puede utilizarse como una sanidad preventiva?
Este libro está dirigido a la prevención. El refrán de más vale prevenir que curar está en la línea de la medicina más personalizada. Lo que podemos hacer con una buena alimentación y el ejercicio es mejorar e incluso revertir algunas enfermedades.
¿Por qué se incide sobre todo en tratamientos farmacológicos y no tanto en hábitos de vida?
No entiendo por qué no hacemos más incidencia en algo que va a mejorar al paciente y que, además, hace que se empodere, que tome decisiones sobre su enfermedad y no esté solo esperando a ver lo que le va a pasar. En las Facultades de Medicina faltan sistemas de atención a la prevención, a la educación al paciente. Y en primaria, que es donde más se puede hacer prevención, no hay tiempo.
Cómo regular la glucemia y la inflamación en el día a día
1- Qué comemos y en qué orden. Escoge cereales integrales, frutos secos, legumbres, fruta, verdura, huevos y pescado. Múltiples estudios han demostrado que el orden en que tomas los alimentos altera su efecto en el organismo: los picos de glucosa se reducen en gran medida tomando primero las verduras, después las proteínas y las grasas y, por último, los carbohidratos.
2- Desayuna salado. El desayuno es la peor hora del día para tomar azúcar y almidón porque coincide con el momento en el que nuestro cuerpo es más sensible a la glucosa. Lo mejor es desayunar salado ya que produce picos de glucosa inferiores.
3- Vinagre para ganar salud. Hay investigaciones que sugieren que tomar vinagre de manzana antes de acostarnos ayuda a ralentizar la digestión de los almidones y el vaciamiento gástrico durante el sueño, pero ten en cuenta que el vinagre podría erosionar el esmalte de los dientes, por lo que será mejor tomarlo con pajita.
4- Haz ejercicio. Lo ideal es hacer entrenamientos cortos pero intensos. Caminar 15 minutos después de las comidas puede atenuar en gran medida los picos de glucemia, mientras que hacer entrenamiento de fuerza disminuye la inflamación.
5-La fruta, mejor entera y de postre. Al exprimir o licuar la fruta se pierden la mayoría de sus nutrientes y nos quedamos únicamente con los azúcares.
6- Ayuno intermitente. Consiste en abstenerse total o parcialmente de comer durante un tiempo para, después, alimentarse de forma regular. Algunos estudios sugieren que ampliar el número de horas durante las cuales no comemos a entre 12 y 16 puede ofrecer beneficios como la pérdida de peso, una mejor salud metabólica y longevidad.
7- Los almidones, mejor enfriados. Refrigera en la nevera alimentos como el plátano verde, patatas, boniatos, y cereales como pan, arroz, pasta o copos de maíz o avena. Así, obtendremos el mismo alimento, con un sabor similar, pero con almidón resistente. Una vez hecho este proceso, puedes volver a calentarlo antes de ingerirlo sin que pierda sus propiedades.
8- Duerme bien. Resulta crucial para una mejor salud metabólica. Lo ideal es dormir entre siete y nueve horas y seguir una buena higiene del sueño.
9-Añade especias y hierbas aromáticas a los platos. Tienen grandes propiedades antiinflamatorias, especialmente el comino, la cayena, el cardamomo, la canela, el eneldo, el orégano, la cúrcuma, el tomillo y el jengibre.
10-Consume probióticos y cuida de tu microbiota. Las personas con una microbiota diversa tienden a sufrir menos inflamación crónica.
l 11- Controla tu peso. A más cantidad de grasa corporal, sobre todo alrededor de las vísceras, más inflamación y más riesgo de resistencia a la insulina, hiperglucemia, dislipemia, hipertensión arterial, síndrome del ovario poliquístico y estados protrombóticos y proinflamatorios.
l 12- No olvides la vitamina D. La forma más sencilla y económica de mejorar nuestros niveles de vitamina D es tomar el sol a diario durante unos veinte minutos, sin fotoprotector, en horario de mañana.
l 13-Aprende a gestionar el estrés. El estrés crónico es una causa importante de inflamación crónica, inmunodepresión y envejecimiento prematuro. La meditación, el mindfulness o la relajación muscular progresiva puede ser de gran ayuda.
l 14- Abandona el alcohol y el tabaco. Si te apetece beber algo de alcohol de manera ocasional, la bebida con menos efectos inflamatorios y menor capacidad para producir picos de glucemia es el vino.