La jaqueca se produce por una vasodilatación de las arterias extracraneales. Primero hay una fase de constricción arterial, con disminución de riego sanguíneo al cerebro, y como compensación, se produce una vasodilatación, con aumento de aporte sanguíneo. Este mecanismo de actuación vascular es igual en cualquier parte del cuerpo. Lo podemos comprobar trazando una línea con un objeto duro sobre la piel haciendo presión. La zona oprimida se queda blanca al haber expulsado la sangre, vasoconstricción. Al cabo de un momento se vuelve roja intensa por la vaso dilatación de rebote, que aumenta el flujo sanguíneo. La fase constrictiva es la causante del aura y la dilatadora origina la migraña.

El aura: la jaqueca está en camino

El enfermo se da cuenta de que el ataque está en camino con unas manifestaciones clínicas como vómitos y los fenómenos visuales: luces, relámpagos, puntos luminosos, puntos negros, ceguera instantánea o visión borrosa. El tiempo transcurrido entre el aura y la jaqueca suele ser de una hora. Pero no siempre hay aura antes de la jaqueca. Otros síntomas son: hormigueos, debilidad, torpeza, trastornos del habla, sordera parcial, etc. Si el origen está en la arteria basilar, en la nuca, los síntomas del aura serán: vértigo, inestabilidad, desorientación, ruidos, y hasta pérdida de conocimiento.

¿Por qué se desencadena?

El dolor es de carácter pulsátil (latidos), de intensidad moderada o grave, que dura varias horas, y que se acompaña generalmente de vómitos y de intolerancia al ruido y a la luz. También puede ser dolor sordo de presión o punzante. Puede aparecer en un lado y extenderse luego al resto de la cabeza. Tras el episodio doloroso viene un periodo de resolución con cansancio, debilidad, falta de concentración y sueño.

Sus factores desencadenantes pueden estar en la dieta, es decir el hambre, los componentes de algunos tipos de comidas, (quesos curados, vino tinto, comida china, embutidos), los cambios de patrón de sueño, el clima, los cambios hormonales y el estrés.

Buscar ayuda médica

Hay que tener en cuenta, la actitud del interesado, que es, muchas veces, el causante directo de la cronificación del problema, y el principal factor desencadenante de las crisis.

El enfermo, al ser su jaqueca un problema conocido, por haber sufrido sucesivos episodios, con sus correspondientes tratamientos, tiene un conocimiento de primera mano y decide qué hacer: ¿Qué tratamiento me fue bien la última vez? Lo repetiré. ¿Cómo me fue cuando consulté con mi médico en las otras ocasiones? Para eso, no voy. ¿Qué me dijo mi amiga que es mano de santo? Lo voy a tomar. No hay nada eficaz para curar las jaquecas.

Y es que la mitad de las personas que padecen migrañas han dejado de buscar ayuda médica.

En muchas ocasiones, la actitud del médico hacia sus jaquecas les ha hecho, por desconfianza, suspender el tratamiento. El médico y el jaquecoso deben llevarse bien porque se van a tener que ver en muchas ocasiones.

El paciente debe recibir asesoramiento sobre los mecanismos de las cefaleas y sobre los factores desencadenantes. Es fundamental fijar un objetivo realista para el tratamiento, es decir: Vamos a tratar de controlar las crisis, distanciarlas, reducir el número de ataques, y mejorar la calidad de vida. Y todo ello sin prometer una curación definitiva. Explicar que no tiene una enfermedad grave, ayudará a tranquilizarle y a que coopere en el tratamiento.

CEFALEAS QUE NO SON JAQUECAS:

  • Tensional crónica. El dolor es de presión, en bandas, no aumenta con el trabajo, y no produce vómitos. El enfermo nota cansancio crónico, dolores musculares y articulares, insomnio, irritabilidad, falta de concentración y de memoria.
  •  En racimos. Es una cefalea unilateral, con un dolor insoportable orbitario y peri orbitario, de entre 15 min. y 3 horas de duración, acompañado de enrojecimiento conjuntival, lagrimeo, taponamiento y goteo nasales, sudoración en cara y caída del párpado o hinchazón del mismo, y pupila contraída. En la cefalea en racimos aguda hay intervalos libres de dolor de meses o años. En cambio, en la cefalea en racimos crónica no hay períodos libres de ataques.
  •  Hemicránea crónica paroxística. Es una cefalea muy parecida a la anterior de la que se distingue por la duración de los episodios, entre 2 y 45 minutos, y por su frecuencia, más de 5 ataques diarios la mitad de los días.

Existen diferentes medicaciones para las jaquecas y si un primer tratamiento no da el resultado esperado se utilizará otro, y así, hasta dar con el más apropiado para el caso.

El abandono del tabaco es una buena ayuda para el jaquecoso. Se reduce así la tasa de carbónico en la sangre, mejorando la oxigenación del cerebro.

Una serie de medicamentos analgésicos perpetúan los episodios de jaqueca a lo largo del tiempo y además acortan los intervalos entre los ataques. Son los opiáceos, codeína, los vasoconstrictores, ergotamina, Cafergot, Hemicraneal, las benzodiacepinas, (Valium y otros), y los preparados analgésicos con cafeína. Hay un medicamento, Flunarizina, que tomándolo todos los días, por la noche, disminuye la intensidad y frecuencia de las jaquecas y puede acabar con ellas.

Tratamiento no farmacológico

Es fundamental en las cefaleas crónicas. Se explicará al paciente qué tipo de cefalea padece, qué puede hacer para evitar un ataque, cómo debe actuar en cuanto note los primeros síntomas, cómo debe modificar su conducta, y entender que siempre habrá una pauta adecuada de tratamiento para él. No debe desesperar. Por muy mal que le vaya, si sigue las indicaciones de su médico le irá mucho mejor que si hace la guerra por su cuenta. La eliminación de los factores desencadenantes y el cambio de los hábitos de vida serán las primeras medidas para el tratamiento de las jaquecas. La cefalea tensional, de estrés, antes mencionada, se confunde, a veces, con la jaqueca. En otras ocasiones le sigue. Una vez explicada por el médico, el paciente procurará estresarse menos, y tomará, si es necesario, medicación para ello. El conocimiento del problema y de lo que debe hacer, le será muy útil para mejorar el pronóstico. 

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