La joven Armita Garavand fue enterrada este domingo en Teherán entre fuertes medidas de seguridad, un día después de que muriese tras sufrir una supuesta agresión por no llevar puesto el velo islámico en el metro de Teherán.

"Armita Garavand fue enterrada en el cementerio de Behesht Zahra en Teherán", informó brevemente el diario reformista Shargh en la red social X.

Medios como Iran Front Page afirmaron que las docenas de asistentes a la ceremonia cantaron eslóganes contra las autoridades en un intento de "sabotear el entierro", fuertemente controlado por las fuerzas de seguridad.

Grupos de defensa de los derechos humanos y activistas informaron de que los asistentes corearon eslóganes para protestar por la muerte de la joven de 16 años y para celebrar su vida con gritos como "Armita, que tu alma descanse en paz", entre otros.

Videos compartidos en redes sociales por activistas muestran a los familiares sollozando, a varias docenas de personas vestidas de negro entonando cánticos y algunas mostrando fotografías de Garavand.

La organización kurda de derechos humanos Hengaw, con sede en Oslo, afirmó que en la ceremonia había un gran número de efectivos de las fuerzas de seguridad, que arrestaron a varias personas, pero no ofreció detalles acerca de sus identidades ni número.

Hengaw denunció ayer que las autoridades iraníes no permitieron que la familia enterrase a la joven en la ciudad de Kermanshah, de donde procedía, para evitar muestras de descontento popular.

Garavand murió el sábado tras pasar 28 días en coma tras sufrir una supuesta agresión por parte de las autoridades por no llevar puesto el obligatorio velo islámico en el metro de Teherán, de acuerdo con las denuncias de grupos de defensa de los derechos humanos.

Las autoridades iraníes sostienen que Garavand sufrió el 1 de octubre una bajada de tensión cuando entraba a un vagón del metro, cayó al suelo y se golpeó la cabeza, lo que provocó un paro cardíaco, la disminución de oxígeno y un edema en el cerebro.

Mahsa Amini

El caso es similar al de Mahsa Amini, quien falleció hace poco más de un año tras ser detenida por la llamada policía de la moral por no llevar bien puesto el velo islámico, una muerte que las autoridades atribuyeron a causas naturales.

Su muerte provocó fuertes protestas que durante meses pidieron el fin de la República Islámica y solo desaparecieron tras una represión que causó 500 muertos, la detención de al menos 22.000 personas y en las que fueron ejecutados siete manifestantes, uno de ellos en público.

El primer aniversario de la muerte de Amini se conmemoró el 16 de septiembre en medio de una fuerte represión y un enorme despliegue de fuerzas de seguridad y solo se produjeron tímidas protestas.

En los últimos meses el Gobierno iraní esta tratando de reimponer el uso del velo, con la presencia de patrullas en las calles y un proyecto de ley que endurece los castigos por no cubrirse el cabello.