Un año después del inicio de la guerra en Ucrania, esta sigue llamándose eufemísticamente en Rusia "operación militar especial". Pero en la vida real, la inquietud entre los ciudadanos va en aumento conforme ven restringidos cada vez más sus derechos.

"La gente se convence de que el Ejército ruso ganará, así responde el 71% de los encuestados, pero las dudas y los temores crecen pese a los esfuerzos de la propaganda", comentó a EFE Lev Gudkov, director del independiente Centro Levada.

Pastillas contra la realidad

Según las encuestas, en Rusia ha subido drásticamente la demanda de somníferos, antidepresivos y diversos tranquilizantes.

Solo entre enero y septiembre de 2022, los rusos gastaron en antidepresivos un 70% más que durante el mismo período de 2021, revela un sondeo del proyecto "Marca franca".

La inquietud entre los rusos se duplicó en septiembre pasado (hasta el 69%), cuando las autoridades anunciaron una inesperada movilización. Ese barómetro se dispara cada vez que resurgen los rumores sobre una nueva llamada a filas de reservistas.

Gudkov explica que la perspectiva de una derrota militar y la crisis política y social que traería consigo son una fuente constante de "ansiedad y fobias masivas".

¿Quién apoya al Kremlin?

"El núcleo (de los fervientes seguidores de la guerra) lo compone el 10% del electorado", opina el analista Abbas Galliámov, que otrora redactaba los discursos del presidente ruso, Vladímir Putin.

Entre ese grupo, agrega, la posición del líder ruso es un dogma irrefutable. El siguiente grupo lo compone un 20% de los ciudadanos, que están de acuerdo con el discurso del Kremlin, pero "rechazan las represiones".

Estas personas, sostiene, "quedarán aliviadas" si se logra la paz en Ucrania pese al aparente apoyo a la campaña militar.

Las encuestas indican que el apoyo a la campaña bélica se mantiene entre el 71 y el 77% desde hace un año. A la vez, más de la mitad de los rusos quieren negociaciones de paz.

Muro de silencio

Además, existe un 25% de ciudadanos que nunca habían mostrado interés por la política, los así llamados "apolíticos", según Galliámov. Al inicio de la ofensiva, gran parte de esas personas apoyó al Kremlin.

"Eso creó la impresión de que toda Rusia estaba a favor, pero no era toda Rusia, sino los que antes no participaban en política. Y ahora, esos mismos van en dirección contraria. Pierden interés y se despolitizan", dice.

En opinión del director del Levada, la resignación de los rusos está relacionada con una propaganda "agresiva y totalmente antioccidental y antiucraniana", así como una férrea censura en los medios.

Voces disidentes

Entre los que sí osan rebelarse, muchos se convirtieron en figurantes de casos administrativos (5.601 personas) y penales (420 personas).

Mientras, el número de detenciones por criticar la campaña militar ascendió a 20.000 y se produjeron en su mayoría de los casos durante actos pacifistas, precisó el portal OVD-Info.

Así, varias personas fueron detenidas desafiando al Kremlin en piquetes solitarios tras el bombardeo de un edificio que dejó decenas de muertos en la ciudad ucraniana de Dnipró.

Ciudadanos anónimos comenzaron a llevar flores y juguetes a los monumentos de personalidades vinculadas con Ucrania en ciudades como Moscú y San Petersburgo para rendir homenaje a las víctimas del mortífero ataque.

Además, 2022 destacó por la liquidación de antiguas organizaciones de derechos humanos como Memorial y el Grupo Helsinki de Moscú, así como el cierre de casi todos los medios independientes, entre ellos el principal periódico opositor, "Nóvaya Gazeta", cuyo director es un Nobel de la Paz.

Migración antibélico

Según la ONG Roskomsvoboda, más de 1.000 periodistas rusos emigraron en el último año por temor a persecución o sanciones contra sus medios.

En cuanto a los ciudadanos comunes, la emigración tuvo dos olas en el último año. La primera, justo después del inicio de la campaña militar, y la segunda, en septiembre pasado tras el inicio de la movilización parcial, cuando centenares de miles de personas huyeron del país.

"Me vine a Astaná (Kazajistán) como muchos otros nada más anunciarse la movilización en Rusia", cuenta a EFE Arseni Molchánov, de 31 años.

Le preocupa que Rusia se esté cerrando y vaya camino de convertirse "en una especie de Irán". Y dice que solo podrá volver a su país si "cambia el poder" y se produce un "deshielo".

Coincide con él Victoria Platunova, que vive desde hace un año en Georgia.

"Quiero ver cambios democráticos en mi país, el cambio del régimen que ha sesgado tantas vidas y el inicio del pago de reparaciones a Ucrania", afirma.