- Toda vez que las tropas rusas consiguieron lograr la rendición de la acería de Azovstal, en el sur de Ucrania, punto estratégico que ha ejercido como uno de los principales bastiones de la defensa ucraniana, las miradas del Kremlin se han posado en dos frente. Además de intensificar sus ataques en el Donbás, Moscú persigue hacerse con la totalidad de la región de Lugansk, otro enclave con pasado ruso. Tras clamar victoria en Mariúpol, Rusia mira a la región del este Ucrania, donde avanza palmo a palmo -y no sin dificultades- pese a la encarnizada resistencia ucraniana.

Lugansk es una de las principales ciudades ucranianas que, por el contrario, ejerció de foco en las revueltas prorrusas contra el gobierno de Kiev, llegándose incluso a proclamar la República Popular de Lugansk. Es un punto estratégico muy codiciado que Rusia no se ha podido embolsar. Pero todo indica que está próxima a caer. Y precisamente, es por ello que la cúpula militar dirigida por Vladímir Putin ha redoblado sus esfuerzos para que así sea. Tanto es así que el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha venido advirtiendo que alguna regiones del país se han convertido “en un infierno”. Ayer fue el jefe de la administración regional de Lugansk, Serguéi Gaidái, quien informó que se libra combates en las afueras de Severodoneks. Añadió que esa ciudad esta siendo destruida por las fuerzas rusas de la misma manera que lo fue Mariúpol, donde este pasado viernes se rindieron tras varias semanas de asedio los últimos combatientes ucranianos atrincherados en la acería Azovstal.

Severodoneks es una las pocas localidades de la región de Lugansk que permanecen bajo el control de las tropas ucranianas. “Para este momento cerca del 10 % de la región de Lugansk se encuentra bajo en control de Ucrania. No se puede decir dónde la situación es más complicada, porque todo el territorio de la región está bajo fuego. Todo, sin excepción”, declaró Gaidái. El foco de las acciones de combate se encuentra en el norte de la citada región, en la línea entre las ciudades de Severodoneks y Lisihansk, que según los expertos militares es la puerta para acceder al norte de la región de Donetsk. En caso de que las tropas rusas rompieran las defensa ucranianas en ese sector podrían intentar cercar a la importante agrupación militar que Ucrania mantiene en Kramatorsk, su principal bastión en la vecina región. Sin embargo, Gaidai desestimó las declaraciones que hizo este viernes el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, acerca de que la “liberación de república popular de Lugansk concluirá próximamente”, y aseguró que Rusia teme una contraofensiva ucraniana una vez que el Ejército de Ucrania reciba la cantidad suficiente de armamento occidental.

Mientras tanto. Ucrania sigue insistiendo en la necesidad e armar a sus tropas. “Necesitamos blindados. No voy a decir qué blindados necesitamos concretamente. Seré franco: necesitamos de todo tipo”, dijo ayer en Kiev el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro portugués, António Costa.

Y si Ucrania pide ayuda occidental, una de las tareas que se ha impuesto Rusia es interceptar en territorio ucraniano los envíos de equipo militar occidental que llegan a través de Polonia. Ayer, el Ministerio de Defensa de Rusia anunció que las tropas del Kremlin han destruido con misiles de crucero Kalibr una importante partida de armamento occidental destinado a las fuerzas ucranianas que combaten en el este de Ucrania, en la zona conocida como Donbás. Según el portavoz castrense ruso, Ígor Konashénkov, el cargamento militar, procedente de Estado Unidos y países europeos, fue interceptado y destruido junto a la estación ferroviaria de Malín, unos 100 kilómetros al noroeste de Kiev.

Ayer el presidente estadounidense, Joe Biden, ratificó el nuevo paquete legislativo de ayuda militar y humanitaria a Ucrania por valor de 40.000 millones de dólares, por lo que lo que se espera que aumento el flujo de armamento a la antigua república soviética. Poco después de que Washington informase de la promulgación del paquete de ayuda, Rusia prohibió la entrada en el país a Biden y a otros 962 ciudadanos estadounidenses en respuesta a la sanciones de EEUU Moscú por la llamada “operación militar especial” en Ucrania. Biden figura en la lista, ordenada alfabéticamente en ruso, con el número 31, seguido de su hijo Hunter. Entre los altos cargos estadounidenses sancionados se encuentran, entre otros, el secretario de Estado, Antony Blinken, el titular de Defensa, Lloyd Austin, y el director de la CIA, William Burns.

Similar ha sido el mismo paso dado por Rusia con un grupo de ciudadanos canadienses. Las sanciones afectan a Sophie Trudeau, la esposa del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y otros 25 ciudadanos de esa nacionalidad, a los que se ha prohibido de manera permanente la entrada en el país. El Misterio de Exteriores de Rusia recalcó que la medida es una respuesta a las “sanciones antirrusas” adoptadas por esta semana por Canadá.

Ayuda

El presidente estadounidense, Joe Biden, ratificó ayer el nuevo paquete legislativo de ayuda militar y humanitaria a Ucrania por valor de 40.000 millones de dólares para respaldar a Kiev ante la invasión rusa del país. El nuevo paquete se basa en el envío de más armas y munición a Ucrania, aunque también incluye asistencia económica directa y ayuda humanitaria, como el envío de alimentos.

Chantaje

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió ayer a los ministros de Defensa de más de 40 países una decisión positiva respecto al suministro de sistemas de lanzamiento múltiple de cohetes (MLRS) a Ucrania. De la misma forma, aseguró que “si algunos países de Europa o del mundo se acostumbraron a que el Donbás es territorio ocupado de Rusia, me gustaría decir que no es una costumbre muy buena. Es nuestro territorio”, subrayó.

Desminar

Ucrania necesitará entre cinco y siete años, según las previsiones más optimistas, para limpiar todo su territorio de minas y artefactos sin detonar, afirmó ayer la viceministra del Interior ucraniana, Meri Akopyan.

“Estimamos que unos 300.000 kilómetros cuadrados de territorio están contaminados. Esto es decenas de veces más que la experiencia internacional. Necesitamos entre 5 y 7 años para el desminado total”, afirmó.