- El Ejército ruso mantiene su ofensiva en el este y sur de Ucrania, así como el sitio a la planta siderúrgica de Azovstal, en la portuaria ciudad de Mariúpol, que tiene casi controlada. El Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Ucrania aseguró que los soldados rusos actúan para garantizarse el control absoluto de las regiones prorrusas de Donetsk y Lugansk y mantener la ruta terrestre con la Crimea ocupada. La estrategia del Klemlin en Ucrania en los últimos días pasa por tratar de controlar ambas regiones desde la vecina Járkov, que está sufriendo fuertes bombardeos, especialmente su capital y la ciudad de Izium.
Según el parte castrense, en las últimas veinticuatro horas en la región de Jersón hubo explosiones y bombardeos. Las fuerzas rusas continúan el asedio de las unidades ucranianas en Mariúpol, alrededor de la planta de Azovstal, donde según las autoridades se refugian medio millar de soldados del regimiento de Azov, que forma parte del ejército ucraniano, y un millar de civiles.
Los equipos de rescate localizaron ayer el cadáver de un civil entre los escombros del edificio atacado ayer por los rusos en Kiev, lo que eleva el número de víctimas a un muerto y diez heridos. “Los rescatistas, que continúan inspeccionando y limpiando los escombros del edificio residencial en el distrito de Shevchenkivskyi golpeado ayer, acaban de encontrar el cadáver”, publicó el alcalde de Kiev, Vitaliy Klitschko, en su cuenta de Telegram.
Un edificio residencial de veinticinco pisos en el distrito de Shevchenkivskyi fue parcialmente destruido como resultado del ataque de los rusos. “Diez personas resultaron heridas. Cuatro de ellas fueron hospitalizadas”, confirmó el alcalde.
Tras el ataque del jueves, que se produjo coincidiendo con la visita del secretario general de la ONU, António Guterres, a la capital ucraniana, su alcalde denunció que los bombardeos rusos han provocado ya más de cien muertos en la ciudad. El ejército ruso dejó de bombardear Kiev y sus alrededores en las últimas semanas, pero el jueves lo hizo de nuevo.
La Unión Europea reafirmó ayer su “solidaridad” con Moldavia y pidió a los responsables de los incidentes registrados en la región de Transnistria en los últimos días que eviten la “desestabilización” de la situación. En los últimos días, las autoridades locales prorrusas en Transnistria han denunciado ataques, que muchos expertos atribuyen a operaciones de “falsa bandera” y que Ucrania ha descrito como una excusa para justificar la entrada en la guerra.
El Gobierno moldavo, en cambio, insiste en que no tiene constancia de que Rusia esté preparando un ataque inminente, y en la capital, Chisinau, no hay despliegues ni medidas de seguridad excepcionales, ni restricciones en la vida pública. Transnistria, territorio de apenas medio millón de habitantes, en su mayoría eslavos, rompió lazos con Moldavia tras un conflicto armado (1992-1993) en el que contó con ayuda rusa.
Los ministros de Exteriores de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia coincidieron ayer, en una reunión en Riga, en el deseo de una mayor presencia de la OTAN en sus respectivos países. “Los cambios en la situación de seguridad en nuestra región exigen un cambio en la política de Defensa de la OTAN”, dijo el ministro letón, Edgars Rinkevics.
“Queremos una presencia permanente de la OTAN en los Países Bálticos y en Polonia de manera que podamos resistir cualquier intento de Rusia y Bielorrusia y proteger cada pulgada de nuestro territorio”, agregó. La solicitud formal de estacionamiento de unidades de combate en cada uno de los países será presentada en la cumbre de la OTAN en Madrid, en junio.
La guerra también está afectando a la economía rusa, que se contraerá entre un 8% y un 10% este año debido las sanciones occidentales impuestas por su campaña militar en Ucrania, lo que supone la peor caída del PIB ruso desde 1994, cuando se contrajo un 12,7%. “El entorno externo de la economía rusa sigue siendo desafiante y limita significativamente la actividad económica”, señaló la entidad monetaria rusa tras una reunión ordinaria de la junta de directores, que publicó por primera vez desde el inicio del conflicto armado el 24 de febrero pasado unas previsiones macroeconómicas.
Según sus proyecciones, el PIB ruso se reducirá entre un 8% y un 10% en 2022. La disminución se verá impulsada principalmente por factores del lado de la oferta. La institución dirigida por Elvira Nabiúlina sostiene que, en 2023, la economía rusa volverá a crecer “gradualmente en medio de una transformación estructural”. Así, el Banco Central de Rusia (BCR) cree que en el cuarto trimestre de 2023, el PIB aumentará entre un 4,0 y un 5,5% con respecto al mismo período de 2022.
No obstante, en el conjunto del año la economía rusa no crecerá o permanecerá en terreno negativo. El regulador monetario fija el PIB ruso para el próximo año en una horquilla del -3% y el 0%, debido al efecto base del primer trimestre de 2022. En 2024, el PIB aumentará entre un 2,5% y un 3,5% pronostica el BCR.
La junta de directores del Banco de Rusia ha bajado además en 300 puntos básicos el tipo de interés, hasta el 14% con el argumento de que los “riesgos de estabilidad financiera y de precios ya no aumentan”. “Los datos semanales recientes indican una desaceleración en las tasas actuales de crecimiento de los precios debido a un fortalecimiento del rublo y un enfriamiento de la actividad del consumidor”, concluye el BCR.
8%-10%
La economía rusa se contraerá entre un 8% y un 10% este año debido las sanciones occidentales impuestas por su campaña militar en Ucrania, lo que supone la peor caída del PIB ruso desde 1994, cuando se contrajo un 12,7%.
300 puntos
La junta de directores del Banco de Rusia ha bajado además en 300 puntos básicos el tipo de interés, hasta el 14% con el argumento de que los “riesgos de estabilidad financiera y de precios ya no aumentan”.