stamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando el mundo se enteró del ataque a vuestra ciudad de Gernika”, fueron las palabras de Zelenski en el curso de la corta videoconferencia desde Kiev ante el Congreso de los Diputados. Esta mención ha hecho correr mucha tinta, hasta convertirse en un grotesco espectáculo mediático, impropio de una sociedad que se titula civilizada.
Zelenski no pretendía dar una lección de historia y no “ha comparado” la situación actual de Ucrania con el contexto histórico en el que se produjo el bombardeo de Gernika. Tampoco pretendía explicar hasta qué punto transgredió la coalición rebelde liderada por el general Franco las leyes de la guerra en 1937, ni quiso subrayar el carácter bárbaro de un régimen que recurrió a todas las expresiones de la violencia para substraer la soberanía del pueblo y aferrarse al poder durante cuatro décadas de dictadura. No era la intención del líder ucraniano establecer cuántas vidas humanas costó el despliegue militar de los facciosos entre 1936 y 1939, ni determinar cuál fue el resultado material de los más de 2.000 bombardeos aéreos registrados en suelo vasco. Mucho menos pretendía Zelenski explicar el alcance de los miles de operaciones de bombardeo en los que incurrió la aviación rebelde durante los tres años de guerra para hacerse con la victoria y con el botín. No, no era su intención.
Simplemente se limitó a subrayar el sufrimiento que genera la guerra entre la población civil, porque ese es precisamente el significado de Gernika, símbolo universal de las atrocidades que se cometen en cualquier parte del mundo bajo diversas banderas, credos e ideologías. Las víctimas mueren igualmente porque son igualmente seres humanos.
Pero para los líderes de Vox -y otros como ellos- los muertos tienen colores y sus vidas no tienen el mismo valor. Los miembros de la extrema derecha no digirieron bien la mención de Zelenski porque se sienten identificados con quien ordenó perpetrar dicha atrocidad. Por eso afirmó Abascal que Zelenski debía haber citado la masacre de Paracuellos... porque este individuo se alinea con el pasado franquista y entiende que sólo las personas muertas a manos de los republicanos fueron víctimas de una violencia ilegítima; esto significa que en su opinión la muerte de diferentes grupos humanos no es comparable, sino que depende de las razones por las cuales fueron asesinadas. Una visión bárbara de la historia, de los hechos humanos y de la propia humanidad. Y rubricaba el líder de Vox que el presidente ucranio “no conoce” la historia de España... Para poder estudiar, aprender y conocer la historia de la humanidad en toda su amplitud es preciso ser un ser humano integral. Saber de historia con unas gafas como las de Abascal es enteramente imposible, porque siempre habrá una parte de la humanidad que quede fuera de los estrechos marcos ideológicos que impone su credo.
El eurodiputado Hermann Tertsch, de Vox, afirmó que Zelenski, “nacido en la URSS, no tiene culpa de no saber que la iconografía de Guernica es pura propaganda de guerra”. En el caso de Tertsch, es posible que la información que maneja sea heredera de los informes de la delegación de prensa de la Alemania nazi en Madrid en el curso de la Segunda Guerra Mundial, de la cual formó parte Ekkehard Tertsch. La sentencia de Tertsch de que “en Guernica murieron menos que en un ataque a cualquier pueblo en Ucrania” es lamentable, no sólo porque es absolutamente deplorable querer reducir el número de víctimas mortales de un hecho histórico, sino porque comparar el número de muertos de dos acontecimientos pretendiendo hacer ver que uno de ellos es más o menos relevante que el otro es éticamente reprobable. La alusión a la responsabilidad del “partido de Pedro Sánchez y sus socios comunistas de Gobierno” con respecto a la masacre de Paracuellos revela que Tertsch entiende los hechos históricos en términos de “nosotros y ellos”. Un relato histórico imposible de entender, porque la historia de la humanidad es la historia de todos los seres humanos, sin exclusiones.
Fruto de esta misma mentalidad es el comentario “ni los que bombardearon Gernika eran malos, ni los bombardeados eran tan buenos...” porque en aquel momento “el socialismo y el partido comunista estaba apoyado por Stalin”. Este razonamiento de tanto calado histórico como lingüístico y humanístico condujo a la reportera María Jamardo a la única conclusión que se puede alcanzar cuando se piensa así: A hacer una apología del falangismo español, el nazismo alemán y el fascismo italiano, un tres en uno. Y es que lo que caracteriza a estas tres ideologías es precisamente algo con lo que la reportera aparentemente comulga, que el derecho a la vida de las personas depende de su credo, su etnia o su ideología. Desde esta perspectiva, el asesinato está perfectamente legitimado y la vida humana carece de trascendencia como tal, ya que tan sólo tiene valor dentro de los estrechos límites de los principios de un régimen.
No es algo a lo que los tertulianos de Telecinco no nos tengan acostumbrados, pero las palabras de Jamardo en el programa Yasonlasocho son impropias de una persona que crea en el derecho a la vida. Es desde este tipo de perspectivas desde las que se abren las puertas a la transgresión de los derechos fundamentales de la persona en general y el del derecho a la vida en particular. Más grotesca aún es la idea de que lanzar bombas sobre la población civil pueda estar legitimado según lo que las personas que están abajo son o piensan.
Me gustaría creer que la evocación a Gernika de Zelenski fue entendida y asimilada por la gran mayoría de los que le oían, pero tengo mis dudas. A día de hoy bombardear ciudades abiertas en el contexto de una guerra de agresión es un crimen contra la humanidad pero, lamentablemente, los bombardeos aéreos no están prohibidos por la legislación internacional. Nada ha prevenido los bombardeos de ciudades abiertas en Irak, Afganistán, Siria o Ucrania, entre muchos otros lugares. Debemos entender por tanto que Abascal, Tertsch y quienes les votan no son las únicas personas que piensan que matar es una opción adecuada según sean las circunstancias. Mientras haya quien piense así seguirá habiendo guerras y pérdida violenta de vidas humanas.
Es lamentable que sigamos utilizando expresiones como “víctimas inocentes”. ¿Es que acaso existen personas asesinadas que no lo sean o, dicho de otro modo, es que existen razones para justificar el asesinato o la guerra? ¿Cuál es el límite de la inocencia cuando nos referimos a la pérdida de vidas humanas? La guerra es una atrocidad y todo muerto en el campo de batalla constituye un crimen.
Zelenski tenía razón: no importa el color de la bomba, las personas mueren igual. El asesinato de seres humanos es ilícito y no tiene nada que ver con la naturaleza, ideología o credo de las víctimas. Es difícil ser más preciso y muy complicado hacer entender esta realidad a los que piensen como Abascal, Tertsch o Jamardo, pero el efecto de una explosión en un organismo humano vivo es el mismo en abril de 1937 y en abril de 2022 y, fundamentalmente, una muerte violenta tiene el mismo efecto en cualquier ser humano, piense lo que piense y crea en lo que crea. Desde esta óptica, la mención de Zelenski estaba perfectamente justificada.
Zelenski tenía razón: no importan el color de la bomba, las personas mueren igual. El asesinato de seres humanos es ilícito