- La exmandataria birmana Aung San Suu Kyi cumplió ayer 76 años prisionera de la junta militar que la derrocó en un golpe de Estado el pasado 1 de febrero y la ha sumergido en un orwelliano proceso judicial.

Según muestran las imágenes de los medios locales y de las redes sociales, miles de personas salieron ayer a manifestarse contra la junta llevando flores en la mano o enganchadas a la oreja o el cabello, mientras otros exhibieron pasteles de cumpleaños en homenaje a la depuesta líder.

Las flores en recuerdo a Suu Kyi no se limitaron a las protestas, sino que son parte hoy del paisaje cotidiano en las calles de un país donde la Nobel de la Paz es el símbolo de la oposición al régimen de los uniformados.

El pasado lunes, Suu Kyi se sentó en el banquillo de los acusados en el primer día del juicio en el que está acusada de cinco cargos variopintos como la incitación a la agitación pública, la violación de las normas de la covid-19 y la importación ilegal de “walkie-talkies”. Además tiene pendiente otro juicio en el Tribunal Supremo por el cargo más serio de vulnerar la Ley de Secretos Oficiales, una norma dictada durante la época colonial que se castiga con hasta 14 años de cárcel. También ha sido acusada de aceptar sobornos, un cargo que ha sido categóricamente rechazado por sus abogados, como todos los demás.

Los militares, al mando del general golpista Min Aung Hlaing, detuvieron a Suu Kyi el día del golpe y, desde entonces, la han mantenido bajo arresto en un lugar desconocido y prácticamente incomunicada.