- Las víctimas de las múltiples formas de violencia del conflicto colombiano han tomado aguja e hilo para contar mediante bordados su verdad de una nueva forma, y con esos mantos arroparon hoy a instituciones que buscan la memoria colectiva y la reparación, como la Comisión de la Verdad.
La imagen de una mujer siendo golpeada ante la mirada inocente de sus hijos o los nombres de mujeres asesinadas, unidos a motivos de la naturaleza como árboles o pájaros, quedaron bordados en grandes y coloridos telares desplegados en la fachada del edificio de la Comisión en Bogotá, como parte del Día Nacional de las Víctimas del Conflicto Armado.
Son 540 metros cuadrados de telas amarillas, verdes, rosadas, azules... bordadas con colores y puntadas que indican los matices de cada verdad, “miles de kilómetros de resistencia” y “un entramado que las mujeres desde el tejer vamos construyendo”, según explicaron las costureras en un acto virtual.
“Queremos visibilizar el sentido colectivo de la verdad como un bien público y como una posibilidad de un país donde quepamos todos”, explicó Claudia Girón, costurera de Kilómetros de Vida y de Memoria, una de las pioneras de la idea que comenzó en 2019.
En esos encuentros, en ese coser para contar historias, surgían preguntas, y se formaban nudos, de cuestiones incómodas que procedían del interior de quien ha sufrido desplazamientos forzados, violencia sexual, ha visto como les desaparecían o mataban a sus familiares o vivido la presión de un secuestro.
Ha sido una labor no lineal, que ha supuesto procesos de descosido y “destejer identidades que resultan dañinas para la sociedad en su conjunto” para crear un producto imperfecto, con rugosidades y remiendos que metaforiza esa verdad con aristas donde no se niega el dolor. En este proceso de costura han trabajado no solo ellas, las mamás, tías, abuelas e hijas que tradicionalmente se dedican a la labor de tejer, sino también militares, excombatientes y familiares de desaparecidos.
La idea era también “arropar” a la Comisión de la Verdad, entidad surgida del acuerdo de paz que ha escuchado las historias personales de más de 15.000 víctimas y relatos colectivos del conflicto y que muchas veces ha estado en el punto de mira del Gobierno y de otros críticos.
Se trata de una nueva forma de denuncia, inspirada en las arpilleras chilenas que denunciaban en sus bordados la dictadura de Augusto Pinochet, que las víctimas colombianas han emprendido, tras años de denuncias y peticiones de reparación. “Las víctimas somos personas que teníamos vidas antes”, alegó la lideresa de comunidades negras del barrio de Bosa, en Bogotá, Martha Rentería, quien espera que el legado de la Comisión de la Verdad sirva para poder “pedir justicia, reparación y no repetición”.
En Colombia hay 9.113.500 víctimas (casi el 18 % de la población), según el Registro Único de Víctimas (RUV), entre ellas cinco millones de personas desplazadas y al menos 80.000 desaparecidos forzados. Además, 2.107 secuestrados por las FARC entre 1993 y 2012, por los que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) acusó a los antiguos jefes de esa guerrilla, o los 6.402 “falsos positivos”, víctimas de ejecuciones extrajudiciales del Ejército, también investigados por ese tribunal.