Washington - El presidente de EEUU, Donald Trump, aprovechó la fractura que ha generado su juicio político en el Congreso para impulsar su campaña de reelección, con un discurso sobre el Estado de la Unión que fue como un "caramelo" para sus votantes y todo un revulsivo para la oposición demócrata. En su discurso anual ante los mismos senadores que votaron para absolverle de los cargos políticos a los que se enfrentaba por sus presiones a Ucrania, Trump esquivó cualquier mención al impeachment, pero la tensión que ha ocasionado ese proceso de destitución flotó en el aire durante todo el acto.
El ejemplo más gráfico estuvo en su interacción con la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, la misma que hace menos de cinco meses decidió investigarle por el caso de Ucrania. Si en el discurso sobre el Estado de la Unión de 2019, Pelosi llegó a protagonizar un meme por su efusivo aplauso a Trump cuando él pidió más "cooperación" bipartidista, este año fue la frialdad que se demostraron ambos lo que copó los titulares.
Cuando Trump llegó al hemiciclo y le entregó una copia del discurso, Pelosi le tendió la mano, pero el presidente se dio la vuelta sin estrechársela, un gesto "vengativo", en palabras de Aaron Kall, un experto en Comunicación Política en la Universidad de Michigan. Pero fue Pelosi quien tuvo la última palabra, y esperó al final del acto para agarrar la copia de la alocución que le había entregado Trump y romperla en dos a la vista de las cámaras, algo que justificó luego ante la prensa al tachar el discurso de "sucio".
El episodio reveló el punto al que ha llegado la polarización en el Congreso en los últimos momentos del juicio político, y dejó claro que, a nueve meses de las elecciones en las que busca su segundo mandato, Trump ha dejado atrás cualquier llamamiento al bipartidismo.
UN 'CARAMELO' PARA SUS VOTANTES "Buena parte del discurso fue un caramelo para su base de votantes más conservadora, especialmente en el tema de inmigración", dijo Kall, autor de un libro sobre los discursos sobre el Estado de la Unión.
La parte más parecida a un mitin electoral llegó cuando Trump reconoció entre sus invitados al polémico locutor de radio Rush Limbaugh, toda una estrella entre los ultraconservadores del país pero muy criticado por los progresistas debido a sus comentarios racistas.
Con la ayuda de la primera dama, Melania, Trump concedió allí mismo el máximo honor que puede otorgarse a los civiles en EEUU, la Medalla de la Libertad, a Limbaugh, que acaba de anunciar que tiene cáncer de pulmón avanzado. "El discurso pareció una alocución de campaña desde el inicio", afirmó una experta en el Gobierno estadounidense de la universidad de Virginia Tech, Karen Hult.
para los LATINOS, CAL Y ARENA Incluso su énfasis en la buena salud de la economía, el argumento más potente de la campaña de reelección de Trump, generó abucheos por parte de los demócratas cuando el mandatario alegó que si no hubiera cambiado las políticas de su predecesor, Barack Obama, "el mundo no estaría viendo ahora este gran éxito económico".
Trump utilizó el tema del aborto para motivar a sus votantes de la derecha cristiana y el de las armas para convencer a los conservadores de las zonas rurales, aunque también "tendió ramas de olivo a los votantes afroamericanos e hispanos, cuyo apoyo puede ser crucial para su reelección", opinó Kall.
En ese esfuerzo se enmarcó su invitación al líder opositor venezolano Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de medio centenar de países, y cuya asistencia al discurso puede reforzar a Trump entre los votantes estadounidenses de origen cubano o venezolano en el estado clave de Florida. Sin embargo, Trump arremetió también contra los indocumentados "criminales" y celebró su política de mano dura con la inmigración, una postura que puede perjudicarle con los latinos en otros estados.
EL TRUMP DISCIPLINADO En la era Trump, el discurso sobre el Estado de la Unión se ha convertido en casi la única ocasión en la que el mandatario sigue el guión y se ajusta a los cánones de lo que se considera en Estados Unidos un comportamiento tradicionalmente presidencial. Aunque en esta ocasión ahondó la brecha partidista e incluso provocó que varios demócratas se marcharan en mitad del discurso, sí sorprendió a muchos al seguir el modelo del expresidente Bill Clinton en 1999 y no hablar directamente de su juicio político. "Tuvo que suponerle una cantidad tremenda de disciplina (no mencionar el tema), y mucha gente no creía que fuera a conseguirlo", comentó Kall.
Trump presumió de éxitos en todos los ámbitos, desde la economía a la salud pública, pero destacó sobre todo que ha frenado la llegada de inmigrantes sin papeles, una oleada que un año atrás alcanzaba picos sin precedentes. "Entramos en acuerdos históricos de cooperación con los gobiernos de México, Honduras, El Salvador y Guatemala. Como resultado de nuestros esfuerzos sin precedentes, los cruces ilegales disminuyeron un 75% desde mayo, con una caída de ocho meses seguidos", dijo Trump, que en 2019 logró cortar el sistema de asilo. Anunció también que hasta estos momentos ha levantado más de 100 millas (165 kilómetros) de muro y que al finalizar su primer mandato de aquí un año dejará construidos más de 500 millas (805 kilómetros).
Pero si de algo presumió Trump en política exterior fue de haber ordenado las muertes del líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, y del general iraní Qasem Soleimani. Sin embargo, tendió la mano a Irán bajo la condición de que "abandone su búsqueda del arma nuclear, deje de expandir el terror, la muerte y la destrucción, y comience a trabajar por el bien de su propio pueblo".
"Por nuestras poderosas sanciones, a la economía iraní le está yendo muy mal. Podemos ayudarles a que les vaya muy bien en un periodo corto de tiempo, pero quizás son demasiado orgullosos o demasiado tontos para pedir ayuda. Aquí estamos. Veamos que camino eligen. Solo depende de ellos", dijo Trump.