para los ayatolás que dominan con mano de hierro en el Irá, la crisis del avión comercial ucraniano derribado por sus defensas antiaéreas es mucho más alarmantes de lo que dejan entrever. Unas manifestaciones antigubernamentales tan grandes y generales como las actuales no se han dado desde las protestas que acabaron con la monarquía en 1979 (11 de febrero).
Naturalmente, las diferencias entre estas protestas y las de estos días son muchas y grandes. Pero las similitudes son tantas que explican en gran medida la increíble actitud del Gobierno de Teherán, que comenzó por negar la evidencia de su responsabilidad y sigue una línea de prudencia extrema en sus tensas relaciones con los EEUU
En primer lugar, la exteriorización de la indignación popular se produce ahora y se produjo a finales del 1978 y principios del 1979 contra regímenes abrumadoramente opresivos; el Sha Reza Pahlevi cimentaba su poder en una policía secreta más que expeditiva y hoy en día los ayatolás no gobernarían sin los “guardianes de la revolución”, quienes más que una fuerza política armada constituyen un auténtico Estado dentro del Estado.
Además, la indignación popular contra la monarquía Pahlevi se debía en grandísima parte a que el entorno del rey había montado un tinglado empresarial-político que acaparaba prácticamente todos los buenos negocios que se podían hacen en el país. Y en la república teocrática de los ayatolás, los “guardianes de la revolución” han hecho lo mismo, aunque en mayor medida y con mayor represión y descaro.
El que este acaparamiento de los mejores negocios sea un mal de muchos - así, por ejemplo, la rebelión contra Assad en Siria tiene esa misma causa -, no consuela a nadie en Irán. Y que el poder ilimitado de una policía política sea también una patología de muchos sistemas autoritarios tampoco ha incrementado la paciencia de ninguna sociedad civil en ningún tiempo y lugar.
Todo esto lo perciben los ayatolás claramente, pero su campo de maniobra es muy limitado. No pueden enfrentarse a los “guardianes” porque precipitarían al Irán en manos de una dictadura sectaria. El temor a los “guardianes” es tan grande que generó el vaivén de mentiras oficiales de los primeros días en torno al derribo del avión ucraniano; el eventual descrédito de los mandos militares responsables podía repercutir en el prestigio de los “guardianes” vinculados a la estructura militar.
Y si en casa los ayatolás han de evitar el enfrentamiento con los “guardianes”, en las relaciones internacionales han de bailar sobre el filo de la navaja estadounidense. Y ello, no sólo porque militarmente el Pentágono podría infligir golpes muy destructivos, sino más aún porque la política estadounidense de aplicar sanciones económicas más que acciones militares está socavando fuertemente el nivel de vida del país? cosa que todo el mundo en el Irán no duda en ao a la política exterior de los ayatolás.