Roma - Los partidos políticos italianos siguen sus ofensivas contra sus rivales y reclaman el voto útil de los muchos electores indecisos, a una semana para las elecciones generales del 4 de marzo, que se prevén impredecibles. En Italia no se pueden publicar sondeos electorales desde el 16 de febrero, pero aquellos datos arrojaban un escenario postelectoral en el que ninguno de los bloques conseguía una mayoría estable para gobernar, aunque la derecha a la cabeza acariciara esa posibilidad. Por ello, los partidos políticos prosiguen con sus ofensivas para captar el voto indeciso, que representa alrededor del 30% del electorado.

La coalición de derechas, formada por la Forza Italia de Silvio Berlusconi, la xenófoba Liga Norte de Matteo Salvini y la extrema derecha de Hermanos de Italia, saca pecho y empieza ya a imaginar su hipotética llegada al Ejecutivo tras cinco años de izquierda. Berlusconi celebró ayer, en una larga intervención en su teatro Manzoni de Milán, que el bloque ya supera el 40% de los votos necesarios para ganar, según sus informes internos, pero al mismo tiempo dijo que “no basta” pues desea “una gran mayoría”. Lo dijo a pesar de que ni siquiera ha desvelado aún a quién propondrá como candidato a primer ministro, pues él no puede serlo al estar inhabilitado políticamente hasta 2019, y la ausencia de una apuesta clara ha suscitado ciertas tensiones en el seno del bloque.

Por su parte, Salvini, líder de la xenófoba Liga Norte, ha pronosticado que su partido será el más votado de la coalición y que, por ello, según se ha acordado, en caso de victoria será primer ministro.

Desde esta teórica ventaja en la derecha, Berlusconi, a sus 81 años, aseguró que del mismo modo que en 1994 se vio obligado a entrar en política ante el “peligro” de los comunistas, ahora lo hace para frenar la “secta” del Movimiento Cinco Estrellas (M5S). Esta formación antisistema será, según las encuestas, la más votada en solitario, sin coalición, pero no alcanzará el mínimo de votos para gobernar, por lo que, al contrario que en el 2013, cuando rechazaban los pactos postelectorales, ahora no descartan aliarse. Su candidato, Luigi di Maio, arremetió ayer contra la derecha y expresó su deseo de que los italianos impidan a esa coalición “un resultado notable”, aunque afirmó que si obtiene el mandato de formar Gobierno y no tiene mayoría, debatirá con todos sus rivales.