Washington - Hasta 30 precandidaturas se han asomado ya a las páginas de los periódicos y de los influyentes matinales televisivos de Colombia para apenas tantear sus opciones reales de aspirar a las elecciones del 27 de mayo del próximo año. Aún no lo ha hecho desde el nuevo partido FARC, pero se les espera porque los exguerrilleros tiene garantizados cinco representantes en cada una de las dos cámaras en cumplimiento de los acuerdos de paz. El ramillete final de candidatos escogidos apenas será de media docena una vez que superen el listón de la obligatoria recogida de 400.000 firmas como aval.

Los descartados buscarán una discreta compensación en las futuras combinaciones de gobierno ofreciendo el apoyo de sus votos. Este trasiego ocurrirá durante la inevitable segunda vuelta, fijada para el 17 de junio. Los pronósticos prevén que ningún aspirante conseguirá superar la mitad más uno de los votos entre los 35,5 millones de colombianos con derecho a elegir en una población de 48,7 millones de habitantes.

Además, Colombia no elige entre derecha e izquierda. Posiblemente porque los años del conflicto bélico han reducido las opciones electorales a la búsqueda de la paz o a la derrota militar de los guerrilleros y ahora toca el turno de la rehabilitación económica del país. Así se refleja en un carrusel de partidos acuñados en su mayoría por un desaforado personalismo que se superpone a la ideología y donde las puñaladas toman cuerpo.

Le ocurre a Germán Vargas Lleras, el principal favorito siquiera de salida, capaz de combinar la vicepresidencia junto a Santos y marcar intencionadamente distancias durante el proceso de paz. Llueve sobre mojado. Santos fue ministro de Defensa en la época dura de Uribe y ahora lideran partidos distintos y son enemigos viscerales. Eso sí, no se enfrentarán en las urnas. El expresidente aún no ha señalado con el dedo a su candidato y Juan Manuel Santos guarda un controlado silencio porque dejará su cargo con un índice de popularidad no superior al 15% a pesar de ser reconocido con el Nobel de la Paz.

Proceso de paz Serán unas elecciones con el proceso de paz en su frontispicio. Lo recordará la presencia del candidato Humberto de la Calle, uno de los negociadores gubernamentales más comprometidos, pero desde la otra orilla aparecerá Marta Lucía Ramírez, exministra de Defensa con Uribe y adalid del rechazo a los acuerdos en el referéndum. Y en el medio, el nuevo partido de las FARC que tiene asegurado el rechazo en las grandes ciudades -casi el 90% de la población- donde su presencia intimidatoria impidió el desarrollo en medio de la sangre.

Así las cosas, la típica dualidad anglosajona de la izquierda o la derecha, el socialismo o el conservadurismo liberal, quedará reducida en Colombia al grado de sensibilidad resultante para pasar a limpio los acuerdos de paz. Y entonces, ya sin Santos ni su partido unipersonal, los pronósticos auguran un giro de centro-derecha que atornillará a buen seguro las prerrogativas prometidas a los guerrilleros en La Habana. - J. M. Gastaca