Londres - La filtración de hace unos días del contenido principal del manifiesto laboralista no hizo que ayer la expectación disminuyese cuando su líder anunció 48.600 millones de libras (unos 57.000 millones de euros) adicionales de ingresos fiscales para financiar sus promesas electorales con el fin de mejorar tanto el sistema educativo como el sanitario. Si el día anterior los conservadores se habían presentado como el partido de los trabajadores, los laboristas abogaron por presentar un manifiesto “para todas las generaciones, brindando esperanza y oportunidades para todos”. De hecho, una de las prioridades es la expansión de la educación gratuita para que los años de infantil no supongan un coste para el bolsillo del ciudadano, tal y como ocurre hasta ahora. A eso se suma acabar con las impopulares tasas universitarias, cada vez más altas desde que fuesen incrementadas por el gobierno de coalición entre David Cameron y Nick Clegg.
Para lograrlo, el partido laborista anunció el incremento del impuesto corporativo del 19% actual, al 26% antes del año 2022, o la introducción de un impuesto sobre las transacciones financieras. Además de incluir un impuesto para las empresas que paguen salarios “excesivos” a sus empleados y que fijan en los que sean superiores a las 330.000 libras (unos 385.000 euros) anuales.
La primera ministra británica en funciones, Theresa May, tildó las propuestas laboristas de “absurdas” y puntualizó que “destruirían la economía”. En un acto en Stoke-on- Trent reconoció que las ve que “no son políticas económicas sensatas y realmente dañarían nuestra economía”.
El líder del laborismo llega a las elecciones con pocas posibilidades de conseguir la victoria, pues las encuestas le dan hasta 20 puntos de ventajas a los conservadores. Eso no quitó para que acusase al gobierno liderado por May de “retrasar” al país durante los últimos siete años, con “bajas inversiones, bajos salarios y un bajo crecimiento”.
“Los ciudadanos quieren un país que esté dirigido para la mayoría, no para unos pocos”, subrayó el líder laborista, al tiempo que lamentó que durante los últimos siete años, los británicos “han vivido lo contrario, un Reino Unido dirigido para los ricos, la élite y los intereses particulares”, haciendo así un llamamiento al fin de los siete años de austeridad.
Seguir en el mercado único Durante la presentación del manifiesto en la ciudad de Bradford, al norte de Inglaterra, Corbyn anunció que su partido en caso de victoria negociará un acuerdo con la UE que “preserve los empleos” y que dé prioridad al acceso de Reino Unido tanto al mercado único como a la unión aduanera. Sin embargo, no quiere que el debate electoral hasta el próximo 8 de junio no se centre en el Brexit, terreno donde su partido no tiene una posición clara, prefiriendo que el debate sea sobre asuntos domésticos. Cuando le preguntaron si eliminaría la congelación de las ayudas sociales según la vida laboral, que fue introducida el año pasado, Corbyn dijo que su partido “claramente” quería que los beneficios aumentaran. “El aumento de las ayudas sociales es importante, y claramente no vamos a congelarlas, eso está muy claro”, puntualizó. Para Corbyn “cada elección es una elección, pero lo que hace que ésta sea diferente es que es más fuerte que nunca. Puede elegir más de lo mismo, que los ricos sean cada vez más ricos, los niños cada vez más pobres, que nuestro sistema sanitario (NHS) siga fallando y que nuestras escuelas y atención social sigan crisis. O puede votar por el partido que tiene un plan para cambiar todo esto”.
Con estas medidas, el manifiesto presentado por Corbyn es considerado el más radical desde los años 70 desde el Instituto de Estudios Fiscales (IFS, por sus siglas en inglés). Precisamente, desde esa institución su director, Paul Johnson, sugirió que el laborismo sólo puede recaudar 20.000 millones de libras pero no las 48.600 millones que prometen. “Las promesas basadas en los impuestos son inciertas, están buscando aumentar mucho los ingresos de las empresas y los que ganan más”, explicó.
En uno de los mayores planes de nacionalización que se recuerdan en suelo británico, el plan laborista pasa porque el Estado recupere el control de las compañías de agua, del servicio de correos y de los trenes. Sin embargo, no hubo mención concreta a cómo se harían ambos. De hecho, el responsable laborista de Economía, John McDonnell, admitió que los planes para nacionalizar las compañías de agua no habían sido costeados.