A pesar de las limitaciones en su uso en Irán, las redes sociales se han convertido en las protagonistas de la campaña para las presidenciales, especialmente la popular Telegram, permitida pero en el punto de mira de las autoridades. Tradicionalmente empleadas por los reformistas iraníes, de cara a las elecciones del próximo viernes los candidatos conservadores no han querido dejar pasar la oportunidad que brindan estas herramientas para llegar a un mayor número de potenciales votantes. Este cambio de actitud en un grupo que siempre ha abogado por filtrar Internet fue sacado a colación con cierta sorna por el presidente moderado, Hasan Rohaní, durante uno de los debates televisados. “Si no fuese por el Gobierno 11 (de Rohaní) no se hubiese creado este acceso a Internet o estaría limitado, pero gracias a esta situación nuestros amigos aprovechan este espacio para su campaña electoral”, dijo en alusión a los conservadores.

El presidente y candidato ha promovido la libertad en Internet y el uso de redes sociales en Irán, pero Facebook y Twitter siguen bloqueadas y son solo accesibles mediante filtros y servidores que ocultan la identidad real. A pesar de ello, los responsables de la campaña electoral de los candidatos a la Presidencia, incluidos los conservadores, así como sus grupos de seguidores, se han valido de estas redes sociales “prohibidas” para hacer propaganda y atacar a los rivales, en el caso de Rohaní con la etiqueta “cambios_tangibles”.

Ganan la partida, sin embargo, Instagram y Telegram, que cuentan con millones se usuarios en Irán y se han erigido como las estrellas de la campaña con la difusión en directo a través de la primera de mítines del clérigo conservador Ebrahim Raisí. Un responsable de campaña del alcalde de Teherán, Mohamad Baqer Qalibaf, quien se retiró el lunes a favor de Raisí, reconoció a Efe que “Telegram tiene 40 millones de usuarios en Irán y es mucho más efectiva que la propaganda en las calles”.

En Telegram, sitio de referencia para las discusiones políticas por su mayor privacidad, han circulado llamamientos a apoyar a uno u otro aspirante, información sobre los actos y programas electorales, y también duras críticas y bromas. Fateme, una profesora de 33 años activa en las redes sociales, asegura que esta aplicación de mensajería móvil ha sido su “principal medio” para seguir las novedades de la campaña y conocer “la cara oculta” de los candidatos. Uno de los textos publicados que disipó sus dudas -comenta la profesora- destacaba 30 razones para votar por Rohaní, entre ellas los logros económicos, el acercamiento a Occidente y la defensa de las libertades de los ciudadanos.

El uso de Telegram por todos los candidatos contrasta con las medidas adoptadas contra esta aplicación por los órganos supervisores y de inteligencia más conservadores de la República Islámica. El Comité para Determinar las Instancias de Contenido Criminal advirtió de que cualquier “ofensa o difamación” de los candidatos presidenciales en los canales de Telegram sería rastreada y sus autores, procesados. Con el objetivo de controlar esta poderosa herramienta, que no puede ser vigilada de forma directa, las autoridades exigieron hace unos meses que cualquier cuenta con más de 5.000 miembros debía registrarse oficialmente con sus datos reales y obtener un permiso del Ministerio de Cultura.

Varios activistas reformistas, administradores de populares canales en Telegram con capacidad de movilizar al electorado de Rohaní, fueron detenidos entre febrero y marzo pasados, aunque la mayoría quedaron ya en libertad. Rohaní denunció en un discurso hace un mes que estas personas “no cometieron ningún crimen”, pero el poder judicial conservador argumentó que estaban acusados de violar los principios éticos de la sociedad iraní e incluso la seguridad nacional. Esta batalla por la libertad en Internet se agravó tras las polémicas presidenciales de 2009, cuando las redes sociales fueron empleadas por los reformistas para organizar protestas contra la reelección del conservador Mahmud Ahmadineyad. En esta ocasión, es evidente que los candidatos conservadores han preferido dejar de lado sus prejuicios y aprovechar las ventajas de estas herramientas para llegar a la Presidencia.