- Margherita Amodei y Antoni Blas Batet son una pareja de catalanes que se encontraban de vacaciones en la localidad italiana de Campotosto, cercana al epicentro del terremoto que sacudió el país la madrugada del miércoles y que se cobró la vida de más de un centenar de personas, además de decenas de desaparecidos.

“El momento del terremoto ha sido muy violento y la cama donde estábamos durmiendo se movía como una barca. Lo que pasa es que ha durado unos pocos segundos, al cabo de unos minutos ha habido una réplica y, una hora después, otra, pero ya estábamos en el coche camino a Roma”, relató Batet, aún con el susto en el cuerpo.

Batet rememoró que sintieron el seísmo hacia las 3.30 horas de la madrugada. Hemos sentido una sacudida muy fuerte y nos hemos levantado enseguida. Este es un lugar que quedó afectado hace siete años por el terremoto de L’Aquila y todavía la iglesia y algunas casas estaban afectadas”, añadió.

Asimismo, este turista catalán también explicó que su reacción fue “instintiva”, de salir a la calle. “Todo el mundo del pueblo estaba en la calle o en los coches asustada temiendo lo que ocurrió en el anterior terremoto de hace siete años. La idea de estar en casa daba miedo solo de pensarla”, comentó. Tras la sorpresa inicial, ambos han dejado ya la zona y ayer mismo por la mañana se fueron al sur de Roma, donde sus cuñados tienen una segunda residencia. “Para nosotros se ha quedado sólo en un susto mayúsculo”, concluyó.

Yolanda Sanz, que pasa estos días de vacaciones junto a su familia en una casa rural de Spello (Perugia), el terremoto de 6 grados le obligó a pasar la mayor parte de la noche en el jardín de la vivienda junto a otras personas que también salieron de sus habitaciones. En declaraciones a la Cadena Ser, aseguró que al principio creyó que solo era el fuerte viento, pero “enseguida comenzó a moverse la cama”. “Cogimos a las niñas y salimos fuera donde hemos estado hasta las cinco de la mañana ante del temor del seísmo y de las réplicas que se iban sintiendo”, añadió.

Para Yolanda, el momento del temblor fue confuso. “Estábamos dormidos y me he despertando pensando que era el viento”. Tras coger a sus hijas, se desplazaron al jardín con otra familia. “Hemos aguantado despiertos hasta las cinco de la madrugada, porque nos daba un poco de miedo las réplicas”, señaló. “Nos hemos ido a la cama mirando las noticias y mandando mensajes a los familiares diciendo que estábamos bien”, afirmó. Yolanda explicó que, por ahora, se quedarán en la casa a la espera de conocer como está la situación en la zona. “Había pasado algo gordo, pero no éramos conscientes de que era tan gordo”, reconocía una aún asustada Yolanda.

“Todo temblaba y caía” Mientras, en el pequeño pueblo de Accumoli, con el paso de las horas, los damnificados empezaban a comprender lo sucedido tras “la pesadilla”. En el lugar se erigieron tiendas de campaña y se acumularon toda clase de víveres, ante la mirada perdida de los supervivientes. Marina Bonamici y su marido perdieron su casa, pero lograron salir de ella sanos y salvos, por lo que ella rezaba y agradecía a Dios. “Eran las tres de la mañana, todo temblaba, todo caía sobre nosotros. La luz se apagó y no se veía nada. Cuando llegamos a la puerta no se abría pero finalmente conseguimos salir a la calle”, recordó la mujer.

La joven Francesca también logró sobrevivir y, aunque su casa quedó “dañada”, celebraba que hubiera conseguido salir junto a su padre Carlo. Este, asido por el brazo de su hija y con la mirada petrificada, solo podía pronunciar una palabra: “desesperante”. Su hija recordó la noche como “un infierno” en el que solo se respiraba polvo y lo hizo entre lágrimas, que aparecían bajo sus oscuras gafas de sol. - DNA/Efe