Panamá - Los presidentes de Estados Unidos y de Cuba protagonizarán ayer un histórico encuentro en la Cumbre de las Américas en Panamá, después de un simbólico apretón de manos la noche del viernes que comenzó a deshelar un conflicto de más de medio siglo entre las viejas naciones enemigas. La inédita reunión entre los adversarios de la Guerra Fría es apenas un primer paso hacia la normalización de las relaciones, un plan que incluye la reapertura de embajadas, retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo y el levantamiento de un embargo sobre la isla.
Más de 2.000 periodistas de todo el mundo acudieron a la cita en Panamá que por primera vez congrega a todos los países del continente, lo que ha generado muchas esperanzas de que el encuentro abra un nuevo capítulo en las relaciones regionales.
“Ya era hora de que yo hablara aquí en nombre de Cuba”. Así comenzó Raúl Castro su discurso por primera vez ante el plenario de la Cumbre de las Américas. Durante 42 minutos Raúl Castro hizo un relato histórico de “agresiones imperialistas” a América Latina, pero exculpó de ellas al mandatario estadounidense, Barack Obama. Castro abundó en su relato sobre las “guerras, conquistas e intervenciones” de EEUU, al que se refirió como “fuerza hegemónica que despojó de territorios a toda nuestra América y se extendió hasta el río Bravo”. En ese mismo marco, recordó que a fines del siglo XIX el Congreso de Estados Unidos autorizó “intervenir militarmente en Cuba” y que ello dio paso “a la instalación de una base en Guantánamo, que hasta hoy ocupa nuestro territorio”. En esa línea histórica, llegó al siglo XX, cuando afirmó que “predominó hacia América Latina la política de las cañoneras” y hubo “sucesivas intervenciones para derrocar regímenes democráticos” en América Latina, donde “fueron instaladas dictaduras en veinte países y doce de ellas en forma simultánea”.
Siempre en clara referencia a Estados Unidos, aseguró que “sólo en Sudamérica fueron asesinados cientos de miles de personas” y citó como caso más “brutal” el golpe de Estado de 1973 contra el presidente chileno Salvador Allende, cuyo ejemplo es “imperecedero”, dijo. Cuando concluía el repaso histórico, Castro decidió ofrecerle “disculpas” a Obama. “La pasión me sale por los poros cuando de la revolución se trata, pero le pido disculpas al presidente Obama porque él no tiene nada que ver con todo esto”, declaró para recibir otra ovación. “Todos los presidentes de EEUU anteriores tienen deudas con nosotros, pero no el presidente Obama”, que “es un hombre honesto” y con una “forma de ser que obedece a su origen humilde”, dijo Castro.
“La Guerra fría ya terminó” Por su parte, Barack Obama sostuvo ayer que su país “no será prisionero del pasado” con Cuba ni con la región, al mostrarse convencido de que si continúa el diálogo bilateral entre su Gobierno y el de Raúl Castro habrá progresos pese a las “diferencias”. “Estados Unidos mira hacia el futuro”, subrayó Obama en su intervención. Obama calificó la Cumbre, en la que están presentes los 35 países americanos y por primera vez Cuba, de “momento histórico” y dijo que el acercamiento entre EEUU y Cuba marca un “punto de inflexión” para toda la región.
“La Guerra Fría ya terminó”, dijo tajante Obama. “No estoy interesado en disputas que francamente empezaron antes de que yo naciera”, apuntó al indicar que lo busca es “resolver problemas” trabajando y cooperando con toda la región.
El “giro” de la política estadounidense hacia Cuba “profundiza” su compromiso con toda la región, según Obama, quien declaró que desde que llegó a la Casa Blanca en 2009 su propuesta ha sido la de mantener una relación de “socios” y de igualdad con el continente.
En su intervención, Obama respondió directamente a las acusaciones del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, que minutos antes que él denunció en la plenaria que Estados Unidos “continúa con ilegales intervenciones” en América Latina, y que ha llegado la “hora para la segunda y definitiva independencia” de la región. Obama admitió que en el pasado la política de derechos humanos de EEUU no siempre fue acertada, pero que, hoy por hoy, su país no tiene interés en “inmiscuirse” cuando denuncia determinadas situaciones que no considera justas, sino que lo hace porque considera que es “lo correcto”.